Es imposible desligarse del poder estructurante de la serie que en la TV y durante seis temporadas construyó una legión de fanáticas. Las cuatro chicas neoyorquinas que desnudaban actitudes y reflexiones sobre sus vidas amorosas y laborales se convirtieron en una marca de los tiempos y su llegada al cine fue celebrada el año anterior con gran despliegue de marketing y un respeto por el corazón de la historia sobre el que, en esta segunda versión, se imaginaron los giros de actualización argumental. Ahora Carrie está casada, Samantha decidida a no envejecer, Charlotte cansada de las hijas que tanto buscó y Miranda desbordada por su profesión. Y el viaje, que primero fue a México, es a Abu Dabi. Allí se desteje una historia flácida, sin la acostumbrada brillantez del relato en off y con dudosas intenciones ideológicas. Un final inmerecido para una de serie de colección.