Maldito Glam
Esta segunda parte, cuenta como la anterior con el mismo equipo de trabajo (director, guionista, productores, actores y vestuaristas) por lo que se logran mantener y resaltar la misma estética, ambiente y esencia que en la saga televisiva.
Una vez más, poco importa aquí haber seguido o no la serie, o haber visto o no, Sex and the City I. La película se entiende sin mayor dificultad; tal vez hacía el final, la aparición inesperada de Ethan (no precisamente un ex novio cualquiera) alcanzaría otro impacto, si se supiera con anterioridad el historial amoroso que compartió con la protagonista.
Carrie (Sarah Jessica Parker), Samantha (Kim Cattrall), Miranda (Cynthia Nixon) y Charlotte (Kristin Davis) se alejan de sus ajetreadas vidas laborales y amorosas de Nueva York, para dirigirse a un destino, en apariencia menos convulsionado: Abu Dahbi, el Nuevo Medio Oriente. En este lugar de ensueño, lleno de lujos, ostentación y riquezas, dan rienda suelta a sus aventuras y enredos, donde una vez más, Samantha se convierte en la protagonista de casi todas las situaciones.
Sex and the City (I, II y versión televisiva) tiene su origen en el libro de Cadance Bushnell perteneciente a lo que suele llamarse Chick Lit. Definido como subgénero dentro de la novela romántica, sus protagonistas son mujeres de treinta o más años, posfeministas, glamorosas y generalmente solteras, en cuyas vidas el trabajo tiene un papel fundamental. Estas historias, tienen como lugar idóneo para desarrollarse, ciudades cosmopolitas como Londres o Nueva York. Las grandes marcas, especialmente de ropa, zapatos y carteras, son casi un personaje más.
El Chick Lit, procura abarcar y mostrar las diferentes experiencias por las que atraviesa la mujer actual en su vida cotidiana, haciendo hincapié en el amor, las relaciones de pareja y el sexo. Redefine así constantemente los vínculos tradicionales. La crítica literaria, aún lo considera un género menor y lo mira con desdén, pero no habría que esperar de él virtuosismo, sino más bien puro entretenimiento. Lo mismo que habría que esperarse de las propuestas cinematográficas que en él se basan.
En más de una ocasión, me pregunté que le veían mi novio o mis amigos a las películas de Vin Diesel o de Jason Statham. Cómo era posible que pese a considerar que eran muy malas, no podían dejar de verlas. A partir del jueves pasado esa pregunta quedó obsoleta, al descubrirme sentada por más de dos horas, y disfrutar más de la cuenta, de una película que no era más que un producto netamente comercial, y donde el concepto artístico, quedaba bastante lejos de ser mínimamente rozado.
Si el colectivo masculino, se dejaba engatusar ante la seducción de la violencia, los efectos y la adrenalina de las películas de acción, yo me dejaba seducir por la moda, el romance y las aventuras femeninas menos verosímiles de la comedia romántica. El maldito glam hacía mella en mí, y ya no podía dejar de pensar en cual sería mi próxima compra.
Sex and the City 2, no pasa de ser una simpática comedia para ver, quizá sólo, entre amigas.