La cita del Mahabhárata cierra el prólogo y sigue de inmediato el primer capítulo, cuyo título “Calle de un solo sentido” proviene de un libro de Walter Benjamin, seguido por dos más y un epílogo con tres finales alternativos. Jude no solo desconoce el temor por probar narrativamente lo que se le dé la gana, sino que puede combinar desvergonzadamente citas cultas con sátira, archivos de internet con planos que denotan una composición geométrica admirable, filosofía con pornografía. El arte combinatorio de su poética funciona a la perfección, porque el objetivo estético y político de esta película (y de todas las suyas) es muy preciso: filmar lo que molesta, horadar la protección simbólica de una sociedad como la rumana, proclive a la hipocresía. El cine de Jude es combativo y divertido, una feliz paradoja.