Brandon está construido sobre sus reacciones ante cada situación inesperada pero también sobre sus silencios, sobre lo no dicho, lo que apenas se sugiere.
Los primeros minutos de Shame, en los que de manera cadenciosa y paralela Steve McQueen muestra tres momentos en la vida cotidiana de Brandon (otro impagable trabajo de Michael Fassbender), hablan de un realizador que domina el ritmo y la puesta en escena. Este segmento termina cuando el protagonista, convertido en un auténtico cazador del sexo persigue a su posible presa por las entrañas del metro neoyorkino en una secuencia exquisita.
Shame es la historia de Brandon, un hombre treintañero y exitoso que vive solo en la gran manzana, consume pornografía constantemente y tiene problemas para relacionarse con las mujeres a un nivel distinto al meramente sexual. Pero más que eso parece querer protegerse de tener o expresar sentimientos. La intromisión de su hermana Sissy en su departamento, y consecuentemente en su vida, pondrá en crisis en estilo de vida de Brandon.
El director es muy preciso a la hora de describir a su protagonista, Brandon está construido sobre sus reacciones ante cada situación inesperada pero también sobre sus silencios, sobre lo no dicho, lo que se sugiere. Todo lo que se ve en la pantalla de alguna manera habla del pasado de Brandon y Sissy, pero a la vez de eso no se habla y por ello nunca aparece subrayado. En su personalidad y en su físico Sissy también tiene huellas de ese pasado.
Lo más sintomático de Brandon son sus relaciones con las mujeres, al comienzo se lo ve seguro, asertivo, pero el forzado reencuentro con su hermana y un posterior flirteo con una compañera de trabajo, Marianne lo mostrarán vulnerable. Una desgarradora y magistral versión de “New York, New York” interpretada por Sissy perforará la coraza sentimental de Brandon y, en otro momento del filme, su incapacidad de comprometerse le impedirá llegar más allá con Marianne, una persona que tiene una naturaleza diametralmente opuesta a la suya. En este aspecto resulta notable la secuencia de la cena entre ellos, tanto por lo que expresan como por la incomodidad que sienten y transmiten.
Shame es el segundo largometraje de un director que narra con la solvencia de los consagrados que apelan a tomas breves y a largos planos secuencias, a “nucas parlantes” y a planos más convencionales según lo pida el relato. De más está decir que cabe esperar mucho de lo que haga en el futuro Steve McQueen.