Simu Liu y Awkwafina como protagonistas, y los míticos Ben Kingsley, Michelle Yeoh y Tony Leung en importantes personajes secundarios, dan vida a esta película que no solo introduce un nuevo superhéroe al MCU sino que además intenta ser para el universo asiático algo parecido a lo que Pantera Negra representó para la comunidad afroamericana. Más allá de algunos a esta altura lugares comunes del universo Marvel, tiene sobrados atractivos para sostenerse en los cines (no será lanzada en simultáneo en streaming).
-Además, un encuentro con el equipo de la película
Con Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos Marvel cumple con varias deudas pendientes y -claro- abre nuevos caminos en su vasto universo de películas y series: potencia un nuevo superhéroe hasta aquí de segunda o tercera línea, ofrece un espectáculo de coreográficas escenas de artes marciales sostenidas con sofisticados efectos visuales y, así como Pantera Negra cumplía con el empoderamiento de la cultura y el orgullo afroamericanos, aquí lo hace con las milenarias tradiciones chinas y, más precisamente, apunta a conectar con los ABC (American Born Chinese).
Pero, más allá de cuestiones de marketing y de corrección política en cuanto a representación de las minorías étnicas, lo cierto es que Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos funciona con razonable eficacia durante buena parte de sus 133 minutos (a quedarse a las dos escenas post-créditos que incluyen la aparición de populares personajes del MCU).
Es cierto que, por momentos, la acumulacion de CGIs genera un efecto pastiche y que en la segunda mitad del relato la habitual tendencia de Marvel a acelerar el ritmo, inflar las set-pieces (aquí tenemos hasta un dragón gigantesco) y subir el volumen al mango provocan cierto aturdimiento y sensación de caos, pero hay que decir que este wuxia tecnológico combinado con comedia de enredos, enfrentamiento padre e hijo y el típico camino del héroe para trascender sus traumas y encontrar su verdadera identidad resulta bastante convincente en la mayoría de sus facetas.
De San Francisco a Macao, de 1996 a la actualidad, de actores míticos como Ben Kingsley, Michelle Yeoh y Tony Leung a treintañeras figuras Asian Americans como Simu Liu y Awkwafina (al principios los vemos trabajando como valet parking de un hotel de lujo y tomando prestado un lujoso BMW rojo como gran “locura”, pero luego se convertirán en guerreros y eje de aventuras que los obligarán a cruzar medio planeta y enfrentarse a fuerzas oscuras), en Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos se percibe una permanente tensión (no siempre bien resuelta) entre sus aspectos más íntimos (la presentación de los personajes y sus contextos) y la necesidad de seguir añadiendo capas a la cebolla del MCU sin descuidar el tono épico y el torbellino de la acción.
Ya en un análisis más propio del negocio que del terreno estrictamente artístico, habrá que ver si un superhéroe muy poco conocido y de origen chino puede seducir a públicos masivos. Atractivos tiene de sobra: desde una escena de lucha cuerpo a cuerpo con no pocos aspectos eróticos entre el padre del protagonista y villano de turno Tony Leung con los diez anillos del título y Fala Chen, muy en la línea de El tigre y el dragón; hasta otra dentro de un colectivo que recuerda a la de Bob Odenkirk en Nadie. Marvel utilizará a Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos como testeo, ya que -a diferencia de sus estrenos recientes que fueron también a la plataforma de streaming Disney+- este solo estará disponible en cines. Veremos si está a la altura de semejante desafío.