El Universo Marvel llega una vez más a la pantalla grande y afortunadamente sólo a los cines, (no en Disney+ por ahora) porque allí merece ser vista. Shang-Chi (Simu Liu) es el primer superhéroe asiático y surge del cómic de Marvel que vio la luz en 1973. Dirigida por Destin Daniel Cretton, la historia cuenta la Leyenda de los Diez Anillos, un arma que otorga poder y vida eterna a su poseedor, en este caso el criminal Wenwu (Tony Leung), padre de Shang y de quien este escapó de Macao a Estados Unidos. En la actualidad vive en San Francisco donde trabaja como valet-parking junto a su amiga Katy (Awkwafina) responsable de las secuencias más cómicas del film que descomprimen el peso dramático de una historia familiar densa y son realmente muy graciosas. Su química como dupla es palpable e indiscutible. Como cada vez que surge un nuevo superhéroe, Marvel relata su vida desde su nacimiento hasta el presente. Así veremos mediante flashbacks su historia personal y la de su padre Wenwu, que cambia por amor a su esposa Ying Li (Fala Chen). También se ven los primeros años de la familia y el entrenamiento en artes marciales que Shang recibe desde niño. La vida de todos se desmorona cuando su madre muere, no sin antes dejarles a Shang y a su hermana Xialing (Meng'er Zhang) un pendiente que será decisivo en el encuentro posterior con su padre. Contar más sería spoiler. Ben Kinsgley, (Trevor Slattery) y Michelle Yeoh, (Jiang Nan), tía del protagonista y líder de Tang-Lo aportan presencia y brillo. Hay mucho para resaltar porque es redonda por todos lados: el guion es sólido, el ritmo no decae en ningún momento, el elenco y los efectos visuales, perfectos, la estética del nacimiento del amor entre Li y Wenwu es hermosa al igual que la música. Las escenas de acción y las acrobacias, muy bien coreografiadas, (atención a la del autobús y la del rascacielos, sólo por mencionar dos) son puro disfrute. Como es habitual hay dos escenas post-créditos que aseguran continuidad.