La gente de Aardman Animations está entre la más creativa del mundo conocido. Entre otras cosas (buenas) inventaron al inventor calvo y el perro sin boca Wallace y Gromit, que se convirtieron en ídolos globales. El trabajo de los Aardman -que, en largos, han hecho también la bella Pollitos en Fuga- se basa en la plastilina, aunque han cometido algún sacrilegio digital (Lo que el agua se llevó). El cordero Shaun es parte del universo de Wallace y Gromit (aparece en el tercer corto de la dupla, Una afeitada al ras) y hace un tiempo es dueño de su propia serie de TV. Si con estos antecedentes aún no le dieron unas ganas locas de ir al cine a ver a estos animalejos de diseño cómico y tierno a la vez (aunque sin exagerar), vamos por otro lado: la historia de un montón de corderitos que, por un extraño y absurdo azar, tienen que viajar a la gran ciudad para rescatar a su dueño es la excusa para satirizar la vida moderna y para reír de sus sinrazones. También de varios lugares comunes del cine, desde la persecución hasta la acción a destajo. Aquí hay síntesis y plano justo -cine puro: prácticamente no hay diálogos aquí-, ganas de divertirse y divertir al espectador con una generosidad notable (vean qué hermosos son los decorados hechos prácticamente a mano, vean qué impresionante es la animación de gestos mínimos y potencia máxima). En fin, que Shaun es de lo mejor que le pasó al cine este año, y si no va, se la pierde. Ya sabe.