¡Shazam! La furia de los dioses: lo primero es la familia
Un niño en un mundo de hombres
Con la espada de Damocles del reseteo a nivel narrativo de la compañía de DC -luego de lo que será el Flashpoint de Andy Muschietti– en algunos meses, se estrena la segunda parte del(los) superhéroe(s) más conectado con la magia en la actualidad: ¡SHAZAM!
¿De qué va?
Dotados con los poderes de los dioses, Billy Batson y sus hermanos adoptivos aún están aprendiendo cómo hacer malabarismos entre la vida adolescente y sus alter-egos como superhéroes adultos. Pero cuando las Hijas de Atlas, un trío de antiguas diosas vengativas, llegan a la Tierra en busca de la magia que les robaron hace mucho tiempo, Billy, también conocido como Shazam, y su familia se verán envueltos en una batalla por sus superpoderes, sus vidas y el destino de su mundo.
El tandem Zachary Levi como protagonista y David F. Sandberg como director habían logrado crear una cinta divertida y fuera del sentimiento medio oscureli que daba vueltas alrededor del universo DC en la era Zack Snyder. La primera parte de Shazam tiñó la pantalla de una ingenuidad y sorpresa, con efectos visuales muy decentes y un villano a la altura (Mark Strong como el Doctor Sivana). Era un momento de mucho caos a nivel estudio, y fue tan buena la recepción entre tanto ruido que automáticamente habilitaron una segunda parte.
Hoy las cosas no están diferentes: la llegada de James Gunn y el reinicio que va a tener todo este multiverso cinematográfico vuelve a interponerse en el análisis de la película. Se siente como nacida muerta: todo el tiempo (al ser un ejemplo bastante fresco de rotura de la cuarta pared y bromas al respecto del mismo universo) se hacen chistes con un mundo que a partir de Junio no existe más. Se habla del Superman de Henry Cavill, del Aquaman de Jason Momoa, la Wonder Woman de Gal Gadot… nada del Black Adam de Dwayne Johnson ni del Batman de Ben Affleck.
“¿Y por qué no analizás la película en lugar de la coyuntura?” preguntarían con razón. El tema es que toda la narración deja de hablar de sí misma para posicionarse como parte de algo más grande (similar a la Fase 4 de Marvel), y eso mas grande ya se sabe al día de hoy terminado… Entonces, no funciona desde ese lugar. Incluso el Deus Ex Machina del final -totalmente descolgado- responde a la misma dinámica.
Hablando de la película en sí: villanas random, hijas de uno de los Dioses que otorgaron el poder de Shazam deciden destruir la Tierra porque en algún momento el mundo de la magia quedó desterrado del nuestro. Shazam, mientras tanto, intenta crear una fuerza de choque con sus nuevos familiares boosteados pero al ser tan distintos todo es complicado. Ahora, a nivel historia nada es sorpresivo, impresionante o disruptivo.
Las antagonistas son tres, e intentan crear un halo de misterio con una de ellas pero es tan burdo y mal ejecutado todo que la ves venir al instante y además:
SPOILER
Sos una diosa de más de 6000 años, conoces a un nene de 15 años e interactuás con él diez / quince minutos y ¿¿¿te enamorás como si no existiese un mañana???
FIN DEL SPOILER
Las explicaciones DE TODO las da un lápiz mágico que parece nacido de las filas de Hogwarts, mientras que el protagonista se toma TODO en joda.
Se entiende que estamos ante un adolescente de 17 años en el cuerpo de un adulto, que además consigue poderes y -con eso- una responsabilidad. Pero ¿por qué actúa como un nene de 7 años con déficit de atención? Billy Batson y Shazam parecen personajes totalmente diferentes, y eso queda bastante marcado con Darla la hermana más pequeña: ella sí justifica su costado más naive y lo mantiene en ambas formas (la de niña y la de adulta).
El protagonista se pasea como bola sin manija todo el tiempo, sin preguntarse demasiado nada (salvo en “o todos juntos o nada”) y no siendo el conductor de la trama, solo un elemento reactivo. Esto quita bastante épica y emoción hacia el tercer acto.
El tercer acto sin duda levanta la vara, no sólo a nivel de vfxs (que se ven muy trabajados) sino por una estética en los monstruos que hace recordar a Ray Harryhausen y funciona. Un product placement que da demasiado cringe y una situación que pone al protagonista solo frente a la villanía… dejando de lado todo lo que se buscaba comunicar desde el principio.
Hay dos escenas post-créditos (una continuación de la escena post-créditos de la 1, y otra que da a entender quien es el jefe hoy) y un final tiradísimo de los pelos con cameo incluido.
¡Shazam! La furia de los Dioses termina siendo difusa en sus búsquedas: habla de un universo a punto de rebootearse, busca apuntar a un público infantil (que creo que va a encantarle) pero hacia el final busca por otro lado, y al ser pensada para mas peques, el guion cae en un trabajo que toma medio de tonto al espectador con chistes que no funcionan tanto porque se apuntan a los adultos cuando debería ser a los más chicos. Sin embargo, no pretende más que entretener y lo hace a fuerza de buenos efectos visuales y un muy bien trabajado tercer acto.