La continuación de Shazam probablemente será disfrutada por el público que quedó satisfecho con la entrega previa.
Especialmente el segmento de chicos entre cuatro y once años que tal vez la encuentre más divertida.
Aquellos que la detestaron no van a cambiar de opinión con la nueva propuesta ya que todos aquellos elementos que la convirtieron en una experiencia insufrible ahora se potenciaron.
Zachary Levi sigue empecinado en interpretar al superhéroe como un imbécil que genera vergüenza ajena con la particularidad que en este episodio su rol deja la impresión que padece algún problemita de salud mental.
Ese desfasaje que se percibía entre las personalidades de Billy Batson y Shazam se siente más pronunciado y no tiene el menor sentido, sobre todo cuando el argumento intenta retratar una madurez en las responsabilidades del protagonista.
Si bien la nueva trama ya no depende tanto de la comedia juvenil y abre un poco el juego al contexto de mitología y fantasía que rodea el mundo del héroe el espectáculo resulta decepcionante.
En esta ocasión hubo una intención de acercarse al universo del cómic pero la película termina siendo penosamente genérica debido a la horrenda dirección de David Sandberg.
Un realizador que nunca llegó a explotar el potencial que ofrecía esta propuesta en materia de fantasía.
El nuevo episodio incorpora más elementos mitológicos que en manos del realizador terminan siendo insulsos.
Shazam lidia en esta oportunidad con diversos tipos de criaturas y monstruos que resultan objetos artificiales de utilería carentes de magia y emoción.
Algo que se aplica también a las villanas acartonadas que encarnan Helen Mirren y Lucy Liu, quienes dejan la impresión de haberse escapado de algún episodio de los Power Rangers de los ´90.
Otro enorme desperdicio del director quien no encuentra el espacio en el relato para hacer algo más interesante con esta dupla de actrices.
Gal Gadot en una breve participación simpática le pone onda a la película como Wonder Woman , mientras que Jake Dylan Glazer en el rol de Freddy Freeman y Grace Fullon como Mary Marvel le aportan a los héroes la dignidad que brilla por su ausencia en la actuación de Levi.
Rachel Zegler (West Side Story) también sale bien parada pese a contar con una intervención limitada.
En cierta manera la película se desarrolla por el terreno de mediocridad de la última Ant-Man con la diferencia que la obra de Marvel estaba mucho más cuidada en los aspectos visuales.
Shazam tiene algunas secuencias de acción que parecen material de archivo del año 2000.
Hay dos escenas post-créditos que tienen la intención de continuar las aventuras del personaje, sin embargo el futuro de la saga dependerá de cómo le vaya al film en la taquilla este fin de semana.
Si los fans de Levi y esta peculiar representación del superhéroe no salen a bancarla en las salas va a estar complicado que se concreten más entregas.
Una pena porque es una propuesta que tenía material para aportarle algo diferente al género a través de la mitología, sin embargo los realizadores escogieron un perfil más tonto cuyo atractivo se desvaneció enseguida con la segunda película.