Menos mal que todavía hay gente que considera a los superhéroes como lo que son, fantasías épicas luminosas, no pocas veces con sátira incluida. Eso era la primera Shazam!, que tomaba el principio de Quisiera ser grande (un adolescente que se convierte en superhéroe “adulto” en este caso) y hablaba de lo que significa formar una familia, sin evitar toda clase de momentos fantásticos y cómicos (y algunos muy tristes). En este caso volvemos a la matriz y hay unas vengativas diosas (qué bien sabe divertirse Helen Mirren) que amenazan el mundo, etcétera. Lo interesante es que lo que vemos en pantalla respeta mucho del humor, la ternura y el elemento ostensiblemente “cuento de hadas” de la historieta original. Dragones y unicornios, poderes mágicos y, como en todo cuento de hadas, algunos huérfanos que logran crear su propia familia, su propia sociedad. El aspecto visual es todo lo espectacular que debe ser, pero son los diálogos y el tono que utiliza Zachari Levy (un gran comediante) para ser un “adolescente en cuerpo de adulto” lo que le otorga un sabor especial a esta película que es infantil en el sentido más noble y perfecto de un término que suele utilizarse demasiado mal