Superman: padre fundador del género de los superhéroes. Es un personaje reñido con la lógica desde muchísimos puntos de vista – no hay manera de responder, de manera coherente, cómo es que vuela o cómo puede detener a un avión de pasajeros en caída libre, agarrándolo de cualquier lado sin perforarlo o partirlo al medio, y sin conocimientos previos de física o del diseño estructural del aparato como para saber cuál es su “pièce de résistence” -, pero la gente lo adora y, por ello, no se deshace en preguntas a la hora de disfrutar de sus aventuras. En tal sentido el “creer” en un personaje ilógico se transforma en un fenómeno que posee características cuasi-religiosas, ya que los individuos compran la idea sin poner reparos en ella. La gente quiere creer que existe alguien mas, todo poderoso, que está oculto entre nosotros, que puede combatir el mal y que puede salvarnos cuando llegue el momento del peligro. Cuando los dramas del mundo real nos agobian, siempre podemos acudir a Superman – y leer algunas de sus múltiples aventuras – para obtener esperanza y escapismo.
No hace falta ser un ingeniero nuclear para descubrir que los autores de Superman se inspiraron en la historia de Jesús para crear a su personaje. Extraño que viene desde otra dimensión, llega a la Tierra, obtiene un par de padres adoptivos que le enseñan humanidad y valores morales, despierta sus poderes a los 33 años, realiza todo tipo de milagros y posee comunicación fluida con su padre extraterrenal, quien le da instrucciones sobre lo que debe hacer en este mundo. Si los padres alienígenas de Kal-El le enseñan sabiduría, los padres terrícolas de Clark Kent le dan sentimientos y una brújula moral para que no se convierta en un tirano y para que entienda que su misión en este mundo es de pura bondad.
Pero si la idea de un tipo con super poderes fue copiada hasta el paroxismo – variando la cantidad y calidad de los poderes obtenidos -, lo que resulta aún mas curioso es que el género haya decidido adoptar (vaya retórica!) la idea del huérfano superhéroe como un standard del rubro. Batman, Robin, Superman, Flash, Spiderman, Luke Skywalker, Harry Potter… todos ellos han perdido a sus padres, han crecido con familiares o tutores, y han hecho del dolor de la ausencia su causa para salir adelante. Es como un segundo nacimiento en donde el cuidador de turno es capaz de inyectarle esperanza a un niño cuyo mundo ha sido destrozado, y donde los hechos de la vida han curtido al chico aún cuando no haya llegado a la adolescencia. Todo ello le da una independencia precoz y y un inusitado gusto por lo temerario desde temprana edad.
Si el cliché de la orfandad es importante en el mundo de los superhéroes, quien decidió hacer uso y abuso de la norma fue la tira de Capitán Marvel, creada por Clarence Charles Beck y Bill Parker para la Fawcett Comics en febrero de 1940. Billy Batson es un huérfano que vive en las calles y que sobrevive vendiendo diarios. Debido a su gran corazón es elegido por una raza de hechiceros ancestrales para ser el campeón de la justicia, convirtiéndose en un superhéroe adulto y ultramusculoso al decir la palabra mágica SHAZAM!, la cual es una combinación de iniciales de dioses y héroes de la antigüedad – dándole al chico de 12 años la sabiduría de Salomón, la fuerza de Hércules, la resistencia de Atlas, el poder del rayo de Zeus, el coraje de Aquiles y la velocidad de Mercurio -. El Capitán Marvel era, en los hechos, un obvio clon de Superman con la diferencia de que era terrícola y que sus poderes venían de la magia. El otro punto de diferencia con Supie era que la historieta era cómica, en donde la mecánica de la tira se basaba en la torpeza (y los razonamientos crudos) de un adolescente al intentar manejar los superpoderes heredados. Capitán Marvel se convirtió en el superhéroe mas popular de su época (por su humor y por la fantasía de que cualquier niño podía convertirse en superhéroe), sobrepasando en numero de ventas a Superman y Batman, y llegando a la friolera de 14 millones de ejemplares vendidos en 1944.
Semejante éxito hizo que la editorial comenzara a expandir las aventuras del personaje creando un vasto universo compartido por clones suyos, lo que daría a luz a los Tenientes Marvel, Mary Marvel, la Familia Marvel y hasta un conejo superhéroe (orientado al público infantil) llamado Hoppy the Marvel Bunny.
Y en todos los casos, todos los chicos involucrados eran huérfanos.
Si el éxito en expansión de Capitán Marvel y sus personajes derivados se detuvo, no fue precisamente por el intenso litigio legal que DC Comics le entabló a la Fawcett por supuesto plagio entre 1941 y 1951, sino por la decadencia del género ocurrida después de 1945. Los números de ventas bajaron estrepitosamente simplemente porque la gente se cansó de los superhéroes. Muchos de ellos eran íconos con subtexto patriótico – Superman, Mujer Maravilla, Capitán América – que tuvieron su momento de furor cuando, desde las páginas de las revistas, peleaban contra japoneses y nazis … pero, una vez concluída la Segunda Guerra Mundial, no supieron hallar la vuelta para seguir siendo interesantes en el mundo de la postguerra. Luchar contra los comunistas – en los primeros tiempos de la Guerra Fría – no resultó tan redituable y muchas tiras pasaron a cuarteles de invierno. Aún se vendían comics pero en cantidades mucho mas modestas y referidos a otros géneros como el romance, el western, el horror y la comedia. Con su supervivencia económica puesta en duda, la Fawcett decidió no seguir gastando dinero en abogados para demostrar que el Capitán Marvel no era una copia flagrante de Superman y decidió hacer un arreglo con la DC, archivando al personaje y dedicándose a otro tipo de comics. Capitán Marvel (y todos sus derivados) desaparecieron de las bateas en 1953, y el personaje permaneció en estado de hibernación durante mas de 20 años. La Fawcett ni siquiera se molestó en mantener la custodia legal del nombre del personaje, el cual pasó a estado de dominio público en los años 60… oportunidad en que la editorial Marvel aprovechó para registrarlo como propio y adosándoselo a un personaje nuevo en 1967..
Aún con todo ello, el personaje se resistió a morir en el anonimato. Los ingleses de L. Miller and Sons – con las cuales la Fawcett tenía arreglos para reimprimir las aventuras del Capitán Marvel fuera de los Estados Unidos – se dieron maña para crear su propia versión del héroe, dando a luz a Marvelman en febrero de 1954. Los cambios eran cosméticos – de nombre y uniforme – pero Marvelman respetaba la mecánica de Capitán Marvel e incluso incorporaba (camuflados) a casi todos sus personajes secundarios. Marvelman sería popular hasta principios de los 60, en donde la apertura de las importaciones en el Reino Unido lo dejarían sin defensa ante la avalancha de aventuras multicolores de DC Comics y Marvel (Marvelman se imprimía, por una cuestión de economía, en blanco y negro). Cosa curiosa, el personaje sería revivido y archivado numerosas veces, ya sea por Allan Moore (!), Todd McFarlane (el autor de Spawn, quien adquiriría sus derechos en 1996) y la misma Marvel, quien se quedaría de manera definitiva con la propiedad de la tira en el 2013. Otros clones surgidos en esas épocas de oscuridad serían el Capitán Marvel que Carl Burgos (autor de la Antorcha Humana) creara para M.F. Enterprises en 1966, el cual duraría un puñado de números antes que la Marvel los amenazara con un juicio al año siguiente; y la misma DC, la que engendraría una serie de personajes parecidos – Capitán Trueno, Zha-Vam – para usarlos como villanos invitados en las tiras de Superman.
El comeback del Capitán Marvel comenzaría a principios de los años 70 cuando la DC le alquilaría los derechos sobre el personaje a Fawcett Comics (y mas tarde, en 1991, terminaría por comprárselos). Debido al registro de nombre por parte de la Marvel, la DC se vió obligada a rebautizar al personaje como Shazam! y lo relanzaría en febrero de 1973. La revista contenía reimpresiones de las aventuras originales de la Fawcett de los años 40 así como historias nuevas –algunas de ellas escritas por C.C. Beck, el creador del personaje, el cual sería contratado por la DC durante un tiempo antes de que Beck se alejara por diferencias creativas -. Pero la chispa del éxito se había evaporado y el Capitán Marvel / Shazam no volvería a obtener ni por asomo los picos de popularidad que había tenido en los años 40. Estaba visto que la DC no sabía muy bien como manejar el personaje – en algunas tiras seguía siendo el mismo torpe bromista de los años 40 y en otras era un superhéroe oscuro que vivía aventuras realistas – hasta que en 1987 Roy Thomas, Dan Thomas y Tom Mandrake relanzaron al héroe con Shazam!: El Nuevo Comienzo. No solo refrescarían la mitología del superhéroe y toda su troupe de secundarios y villanos sino que la integrarían de manera natural al moderno universo de superhéroes DC. El cambio mas importante que metieron es el hecho de que el Capitán Marvel conservaba intacta la personalidad adolescente de Billy Batson – todos los autores previos de la DC lo habían tratado como dos entidades diferentes, con el chico volviéndose en un superhéroe adulto y serio -, homenajeando la inocencia de sus raíces en la era de oro del comic. El otro cambio fundamental en la mitología llegaría en el 2012 de la mano de Geoff Johns y Gary Frank, quienes mostrarían a Billy Batson como un huérfano cínico y rebelde que ganaba su redención a partir de la adquisición de los superpoderes, un detalle criticado por muchos pero retenido en las versiones siguientes hasta el presente.
Esta no es la primera versión para la pantalla grande del superhéroe – ya habían rodado un serial en 1941, siendo el primero del género -, pero es una que viene cocinándose desde hace casi 20 años. El primer paso lo dió New Line Cinema, quienes se hicieron con los derechos cinematográficos del personaje en el 2000 y armaron un proyecto con el director de comedia Peter Segal, muy en la onda de la tira original. El drama vino cuando la Warner compró New Line y quisieron que Shazam! tuvieran el mismo tono oscuro y estoico de la trilogía de Batman de Christopher Nolan, la cual hizo capote con la crítica y la taquilla. Considerando que esto era una herejía contra la naturaleza cómica del personaje, lo que siguió fue un largo desfile de creativos y versiones, sumiendo al proyecto en el development hell durante años. La DC tendría que tragarse una cucharada de su propio chocolate cuando su filme mas esperado – la versión para la pantalla grande de La Liga de la Justicia (2017) – hiciera plop en la taquilla, y la crítica y el público salieran en masa a despedazarla como si se tratara de una horda de zombies. Estaba visto que el enfoque “oscuro” “estoico” y “estreñido” ya no rendía frutos en la taquilla, y que la visión dramática de Zack Snyder – creativo en jefe del Universo Extendido DC – le estaba robando el momento (artístico y económico) a la Warner justo cuando la Marvel no dejaba de hacer un tanque billonario tras otro, amén de vivir mimada por la crítica y de llegar incluso a los premios Oscar con Pantera Negra (eso sin contar el éxito de Sony con Spiderman: Un Nuevo Universo).
Lo que siguió fue una sucesión de recriminaciones, caos, corridas, despidos, enroques y cambios de todo tipo, comenzando por poner a Geoff Johns (de la DC) en el control creativo de las franquicias. Los resultados no tardaron en verse. Mientras que el impacto de crítica y público de Mujer Maravilla parecía ser el único oasis en el vasto desierto de filmes mediocres del DCEU, la arrasadora llegada del Aquaman de James Wan demostró que la Warner podía seguir la fórmula pochoclera de Marvel mientras le hacía cosquillas a los críticos como para sacarles una sonrisa. Shazam! es la confirmación del nuevo camino elegido, obteniendo las mejores críticas del DCEU desde Mujer Maravilla y generando un masivo boca a boca de gente enamorada de la película. Ya quedarán para mas adelante los proyectos masivos y multiestelares; es hora de que la DC gane experiencia y reconozca el camino con filmes individuales hechos por creativos que no son del palo pero que pueden aportar la frescura que el estudio precisa (de manera desesperada) en este momento como para demostrar la validez – y viabilidad – del proyecto, y para poder enfrentarse de manera digna a la Marvel en la taquilla.
Para Shazam! llamaron a David F. Sandberg, una decisión super jugada considerando que el tipo viene del género del terror – hizo Lights Out y Annabelle: Creation -, y ciertamente no parece el tipo mas diestro para la comedia. Pero como suele ocurrir con Marvel, la DC se llevó la gran sorpresa y terminó engendrando uno de los filmes mas divertidos y emotivos del género desde que Christopher Reeve surcara los cielos en 1978. No, no hay escenas memorables, ni tampoco posee ese sabor épico que tenía el Superman de 1978, pero comparte la misma inocencia, los mismos valores morales y hasta la misma capacidad para emocionar. Sandberg toma ideas de todos lados – la idea del niño encerrado en el cuerpo de un adulto a lo Big (1988) (incluyendo una referencia explícita a la comedia de culto de Penny Marshall); el héroe adolescente, entusiasta y torpe de Spiderman Homecoming (clonando incluso sus créditos finales) – y termina generando un filme imperfecto donde los pros le sacan varios cuerpos a las contras. Considerando la era de superhéroes depresivos de Zack Snyder, Shazam! es el antídoto que recetó el doctor y la fórmula a seguir por la cual la DC estuvo rezando todos estos años.
En sí, Shazam! no podría funcionar de no ser por Ashley Angel. El pibe posee carisma de sobra y puede cargarse con comodidad todo el peso emocional del filme sin perder su costado cómico. El es el gran ganador de Shazam! y el que hace que las escenas familiares funcionen; él es el pícaro con causa noble (la búsqueda de su madre desaparecida) que tiene sus momentos aislados de heroísmo. Oh, sí, Zachari Levi es genial como Shazam y es un ladrón de escenas constantes, pero el tipo es un comediante experimentado mientras que a Angel le toca el trabajo sucio… y que es el que permite que Levi brille en sus momentos mas traviesos. No sólo la quimica entre ambos es genial – es fácil ver la personalidad de Angel surgir a través de las facciones de Levi cuando está enfundado en el impresionante traje rojo -, sino que provee la base emocional para que el filme te importe y no sea una bobada empeñada en acumular chistes.
Por supuesto no todo lo que hay en Shazam! funciona. La idea de que un niño maltratado por su padre y su hermano se convierta en un supervillano – y lleve a cabo una sangrienta venganza contra su familia – no cuaja. Del mismo modo todos los timos y acciones egoístas del chico convertido en superhéroe atentan contra las causas por las cuales fue elegido como un campeón de la justicia. Incluso hay un par de momentos crueles en donde Billy Batson deja a la deriva a sus hermanos adoptivos por el mero hecho de buscar actividades mas placenteras o ególatras. Pero el resto anda muy bien, y la gente se rie a carcajadas y aplaude de pie en el cine, cosas que parecían haberse quedado en el olvido en los últimos filmes de DC.
Parte comedia de crecimiento, parte parodia, Shazam! es pura diversión. Hay gags a montones – el discurso final del doctor Sivana; la escapada al Strip Club; el cameo del final; los primeros actos heroicos como superhéroe – y hay emoción a montones – Billy Batson encontrando a su madre biológica; la hermosa familia que lo recoge (ellos mismos, huérfanos de origen), plagada de hermanos y padres de gran corazón – que transforman a Shazam! en el ganador que DC buscaba y que nosotros estábamos precisando. Es de esos filmes que, si uno lo analiza demasiado, le saca la sorpresa y mas vale que te dé una palmada en la espalda y te diga “mirala tranquilo porque la vas a pasar genial”, así la experiencia te resulta fresca y disfrutable sin spoiler alguno que te la opaque. Y sí, al final el tema de la orfandad y los superhéroes es llevado al paroxismo… pero de una manera tan cómica y emotiva que uno no puede dejar de aplaudir la inocencia de semejante ocurrencia, en donde cada chico solitario no sólo puede encontrar amor en una familia formada por extraños que se quieren con lo mas profundo del corazón, sino que es capaz de descubrir su superhéroe interior.
PD: dos de los tipos que aparecen al final – Adam Brody y D.J. Cotrona – estaban pre-seleccionados para hacer de Flash y Superman respectivamente, en el fallido proyecto Liga de la Justicia: Mortal que George Miller comenzó a pergueñar en el 2008 y nunca se concretó.