Hay que decirlo: Shazam! es la consolidación de DC y su mejor película hasta la fecha. Dirigida por el sueco David F. Sandberg, el filme entiende el espíritu lúdico y juvenil de las historias de superhéroes. También entiende esa mezcla de juego de niños, guiños a fans exigentes, sabiduría comiquera y sentido del humor.
La película tiene todos estos elementos y los hace encajar a la perfección. Cuenta, además, con momentos inspirados, escenas formidables y una sorpresa final para el infarto. Shazam! es también un secreto ajuste de cuentas de los niños abandonados contra el mundo, es la venganza de los nerds disfuncionales, la prueba de su triunfo.
Hay un villano temible y un superhéroe encantador, con sus historias dramáticas como telón de fondo y la amistad como el tema más importante de la película, y con la obligatoria corrección política y las libertades de guion habituales, sin las cuales no se podrían resolver algunas cuestiones de la trama.
El filme empieza con un prólogo ambientado en 1974, cuando el joven Thad viaja en auto con su padre y su hermano mayor y de pronto ingresa a la dimensión del hechicero Shazam, quien busca a un sucesor que sea puro de corazón y fuerte de espíritu. Pero el niño toca un objeto que despierta a los siete pecados mortales.
Luego pasamos a Filadelfia, a la actualidad. Billy, un joven de 14 años, va a parar a una casa adoptiva, junto con otros niños y niñas en su misma condición. La madre de Billy lo abandonó cuando el muchacho era pequeño porque ella se sentía incapaz de criarlo como correspondía. Una noche que viaja en subte, Billy entra al templo del hechicero y el viejo Shazam se da cuenta de que es el elegido. Con el grito de la palabra mágica “¡Shazam!”, el joven se convierte en el superhéroe adulto interpretado por un efectivo Zachary Levi.
Shazam! se ve distinta a los anteriores títulos de DC. Luce más como una película de aventuras noventosa, donde lo que importa es el juego y la diversión, siempre respetando los códigos y las reglas de las películas de superhéroes de ahora.
Eso sí, hay algunos puntos flojos. Por ejemplo, resuelve muy burdamente el tema de la madre de Billy, como si a la película no le interesara el asunto y estuviera desesperada por volver a las aventuras de los jóvenes. Otro problema es que, si bien es políticamente correcta, cuando los niños se convierten en superhéroes son todos de una belleza apolínea, en vez de seguir siendo como son. Pero pedirle tanta conciencia es demasiado.
También hay algo que tiene que ver con la nostalgia, pero no con la manifestación atolondrada de un sentimiento de amor enfermizo hacia el pasado, sino con una explícita celebración de la adolescencia. Shazam! es una gran película sobre adolescentes que, de algún modo, se desquitan del mundo. Sin que esto signifique sacrificar diversión y bondad.