Sin llegar a la irreverencia y cambio de aire que significó Deadpool para los estudios FOX (Ahora Disney), Shazam! es la respuesta de DC Comics / Warner a tanta solemnidad fallida, que tuvo sus peores fracasos en El Hombre de Acero y Batman v Superman (y hasta contaminó lo que debió haber sido una celebración geek que fue la apurada Liga de la Justicia). Hay que ser sinceros, no obstante, y decir que aunque esto es un gran avance, no es una constante a lo largo de toda la película, que igualmente por momentos cae en una oscuridad que se torna innecesaria, sobre todo en un contexto que tiene a un superhéroe colorido que, en el fondo, es simplemente un niño.
Pero estos tropiezos, sumados a una quizás excesiva duración (siendo una historia de orígenes, abundan las explicaciones y prefacios), afortunadamente no atentan contra el producto final: Shazam!, del director David F. Sandberg (Annabelle 2, Lights Out) es, junto con La Mujer Maravilla, lo mejor que la productora cinematográfica de Batman engendró en los últimos tiempos. Y el verbo “engendrar” bien aquí aplica, porque a la historia de magia y superpoderes se suman signos diabólicos y siete demonios, que representan a los pecados capitales. Sandberg no se quita del todo su gusto evidente por el terror, y dota de notable tensión algunos pasajes que sin duda asustarán al público más joven. Conviene aclarar esto, ya que desde el afiche, con un aniñado héroe mascando chicle, la impresión puede ser otra.
Tras una prematura introducción del villano de turno (Mark Strong, en piloto automático) el punto de inicio del héroe marca lo que será el tono de la película: un cruce entre un pre-adolescente y un viejo mago, que necesita pasarle los poderes a un “alma pura” antes de morir. Tras una serie de castings fallidos, decide probar suerte con Billy Batson (Asher Angel), un huérfano acostumbrado a huirle a los problemas, en lugar de enfrentarlos. No parece la opción ideal, es cierto, pero siendo sinceros… ¿cuándo sucede eso en una historia de orígenes?
A partir del momento que el niño grita “¡Shazam!” éste se convierte en el personaje del título, y adquiere una serie de habilidades que van desde lanzar rayos con sus manos hasta volar y poseer una descomunal fuerza. Un divertido testeo de estos poderes con la supervisión de su compañero Freddy (Jack Dylan Grazer) se convertirá en uno de los momentos más deliciosamente absurdos de la película.
Para el momento en que el reloj marca la dos horas y diez de película, Shazam! sin dudas agotó sus recursos pero lo hizo con tanta gracia y entretenimiento, que no importan sus excesos y redundancias. Sandberg logró aligerar el tono lúgubre de los films DC, y sin competirle directamente a Marvel, dotó a su personaje de un atractivo tono satírico, que le permite salir airoso de situaciones épicas en las cuales otros films fracasan. Que Zachary Levi encarne al héroe con tanto amor y devoción también tiene mucho que ver con su éxito.