Hace unos años, la película Gnomeo y Julieta, sobre enanos de jardín que cobraban vida, resultó una genial sorpresa para algo que cualquiera hubiera tildado de bazofia. Esta secuela tiene como protagonista a un Sherlock Holmes de yeso y, aunque no tan sorprendente como la primera, hay una amabilidad y unas ganas de jugar y compartir con el espectador que generan la sonrisa. Eso sí, algún robo a cosas recientes (¿alguien dijo Minions?) se nota por ahí.