Sherlock Gnomes no tiene mucha razón de ser. Garabatea una justificación con una sencilla escena inicial, que amplía el alcance de la que tenía Gnomeo and Juliet. En lugar de la lectura de un prólogo a la historia que estamos a punto de ver, se da cuenta de todas aquellas que se podrían llegar a contar, con clásicos cuyos títulos reciben un juego de palabras para adaptarse a las figuras de los jardines. Es una introducción simple, pero que abre el juego. No se limitará a los confines de la tragedia de William Shakespeare, sino que los ornamentos habitan en un universo literario más amplio, del cual es parte el célebre detective creado por Arthur Conan Doyle.