Sherlock Holmes: Juego de sombras

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Filmes como Sherlock Holmes: Juego de Sombras dejan un extraño sabor en la boca. Es una película con montones de problemas pero con una avalancha de aciertos, los cuales terminan por ganar por peso en la balanza. Hay excesos y redundancias, y da la impresión de que el filme precisaba pasar otra vez por el cuarto de edición para un tijeretazo extra, uno que le podara media hora de duración. Aún así, con todos sus defectos, es un espectáculo entretenido aunque no tan satisfactorio como la Sherlock Holmes original.

Es posible que parte de los problemas se deban a la llegada de una dupla nueva de guionistas (responsables de Paper Man), los cuales parecen carentes de seguridad y feeling por el material. Los Mulroney (Michele y Kieran) dan vueltas y vueltas durante los primeros 40 minutos, como si no se atrevieran a meterse en la cancha. Así que, durante ese tiempo, vemos mucha cháchara y mucho chiste interno, muy poca acción y, lo que es peor, cero avance de la historia. Es posible que el problema pase porque, cuando la trama se devela, resulta ser muchisima más simple de lo que parece, amén de que arrancamos con la mitad del acertijo resuelto. En los 10 minutos iniciales sabemos que Holmes tiene entre ceja y ceja a Moriarty, y lo único que falta saber es cuál va a ser el siguiente paso del villano.

Después de mucha sanata de relleno llegamos a Francia, en donde el filme realmente despega. En el medio hay guiños de todo tipo para los fans, en especial con la inclusión de Mycroft - el hermano de Holmes - y un par de gags sobre la inminente boda de Watson. Entra Noomi Rapace en escena - en un enganche que tampoco se entiende demasiado; ¿el hermano (que trabaja con Moriarty) le manda pistas para que lo encuentren? - y las cosas se condimentan un poco. Y si la historia venía patinando por falta de foco, al menos Guy Richie sigue demostrando que es un virtuoso con la cámara en movimiento: las secuencias de acción van de lo excitante a lo fabuloso, llegando al paroxismo con un tiroteo salvaje - que involucra obuses, morteros y cañones - el que transcurre en medio de un nutrido bosque nevado que termina convertido en una montaña de astillas para escarbadientes.

Sin ser un especialista en la materia, da la impresión de que Sherlock Holmes: Juego de Sombras es más fiel a la mitología del personaje que el filme previo. Además de Mycroft y otros guiños, hay un final cantado que proviene de la última novela de Doyle. Si bien el lugar geográfico difiere del que figura en el libro, el resultado es similar, y es un enorme golpe de efecto para el espectador desprevenido.

Sherlock Holmes: Juego de Sombras es un buen filme, pero uno muy dispar. Precisaba varios recortes. Pero, por otro lado, hace cosas tan maravillosas que uno le perdona la vida: la reconstrucción de época es impecable, el casting es fantástico - en especial Jared Harris, que compone a una amenaza tan inteligente y brillante como el mismo Holmes; y el delicioso Stephen Fry en un par de escenas hechas con gusto; y la única que desentona por opacidad es la sensación sueca Noomi Rapace, que no destila nada del exotismo que requiere su personaje, y que solo parece una enana cabezona con una peluca enorme -, y la acción es fabulosa. ¿La trama?. Mmm..., está bien y punto. Quien haya visto La Liga Extraordinaria anticipará la verdad del enigma a la legua. Por lo demás, se trata simplemente de un producto potable con envoltura de lujo, al cual le falta enfoque y mucho mas brillo intelectual para ser llamada "una adaptación digna" de Sherlock Holmes.