JUEGOS DE AJEDREZ, TRAMPAS Y ARMAS HUMEANTES
La primera pelea de Holmes (Robert Downey Jr.) parece resumir la esencia de esta secuela. Hay varios enemigos que rodean al protagonista. El detective usa su capacidad para prever los movimientos de sus rivales en cámara lenta y después les da una paliza antes de que una manzana caiga al piso. O algo así. La escena es caótica, confusa. SHERLOCK HOLMES: JUEGO DE SOMBRAS no es mejor que la primera parte y se nota que se han perdido cosas en el camino: es menos graciosa, menos ingeniosa y menos sorprendente, pero casi casi igual de divertida.
Esta vez, el excéntrico Sherlock Holmes deberá enfrentarse a una amenaza diferente: una mente criminal que está a su nivel, el profesor James Moriarty (Jared Harris), quien sería el responsable de una conspiración en Europa. El detective le pedirá a su fiel ayudante Watson (Jude Law) que participe en una última aventura antes de que el doctor comience su vida de casado. Sus investigaciones los llevarán a conocer a una gitana (Noomi Rapace), quien parece ser una pieza clave en el juego entre Holmes y Moriarty.
El guión avanza a los tropezones y confunde (en el mal sentido de la palabra) al espectador para después resolver el misterio de una manera menos complicada de lo que parecía. Y ni siquiera hay tanto misterio ni tampoco tanto duelo de inteligencias entre el detective y su archienemigo. Es más el trabajo físico que tiene que hacer Holmes que el cerebral: hay más piñas que deducción, algo que estaba más equilibrado en la primera parte.
En esta secuela, el director Guy Ritchie (JUEGOS, TRAMPAS Y DOS ARMAS HUMEANTES; SNATCH; ROCKANROLLA) abusa de ciertos recursos, como el “súper poder” de Holmes de ver todo antes de que pase, el uso del plano detalle y la cámara lenta. También se usa mal aquello que hacía el detective en las novelas y relatos: en varias ocasiones Sherlock se guardaba un as bajo la manga, algo que dejaba afuera a Watson -y al lector-. El detective desaparecía por un tiempo y Watson no sabía en dónde estaba o qué hacía. Después, Holmes revelaba su truco y sorprendía a todos. En la película, eso se utiliza mal y lleva a que muchas de las escenas clave sucedan en flashbacks, lo que genera una sensación de trampa.
Hay varios momentos en los que Guy Ritchie busca sorprender desde lo visual, pero quizás solamente en uno lo logra: Sherlock y Watson huyen por un bosque, escapando de ráfagas de balas y cañonazos en cámara lentísima. Sin embargo, en el resto de la película, la pirotecnia visual agota y apabulla en vez de maravillar. Lo que era novedad en la primera parte, por el hecho de usar un estilo cool y moderno para retratar a un personaje del siglo XIX, aquí empieza a cansar. Teléfono para Ritchie.
El carisma de Robert Downey Jr. se sigue llevando todo por delante, como un ariete, y los demás van por atrás. Las incorporaciones al reparto no aportan demasiado: Stephen Fry como Mycroft (hermano de Sherlock) tiene tres o cuatro escenas y aporta un poco de humor, nada más. Noomi Rapace se convierte en la necesaria presencia femenina y cumple desde lo actoral, pero sin destacarse. Jared Harris compone a un villano más sólido que el de la primera parte pero el guión le presta menos atención de lo que uno podría esperar para seguir mimando a Holmes.
SHERLOCK HOLMES: JUEGO DE SOMBRAS es inferior a la primera parte, pero no deja de ser una aventura entretenida, con mucha acción y algo de humor. Y como fanático de Guy Ritchie, no puedo dejar de destacar el momento en el que Holmes y Watson visitan el campamento gitano: ¿alguien más se acordó de SNATCH?