Sherlock Holmes: Juego de sombras

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Segundo capítulo de una serie que es cada vez más una de Guy Ritchie y menos de Conan Doyle

“Sherlock Holmes, Juego de sombras” (“Sherlock Holmes, a Game of Shadows”) es la segunda película sobre el célebre personaje de Arthur Conan Doyle que Guy Ritchie dirige. El realizador, cuya primera notoriedad fue adquirida cuando aún era pareja de Madonna, se hizo conocer cinematográficamente con títulos como “Juegos, trampas y dos armas humeantes”, “Snatch, cerdos y diamantes” y “RocknRolla”, todos thrillers con esquemas repetitivos que nuevamente aplica a la serie protagonizada por Robert Downey Jr.
Para los seguidores de Ritchie, esta reiteración será seguramente bienvenida pero no pasará lo mismo para quienes añoren al personaje de Doyle, que ya tuvo intérpretes más fidedignos tal el caso de Basil Rathbone o Peter Cushing.
La crítica suele reconocer dentro de las propuestas cinematográficas a una que califica genéricamente como de “entretenimiento”, entendiendo como tal a la que hace pasar un buen rato pero dejando pocos recuerdos perdurables al cabo de unos pocos días (e incluso a veces un número reducido de horas). Tal el caso de “Juego de sombras”, donde sin embargo se rescatan en primer lugar la notable ambientación (fines del siglo XIX) y además algunas de las interpretaciones, pese a cierta disparidad de las mismas.
Robert Downey Jr es sin duda uno de los grandes actores del presente, que supo sobrellevar años de crisis personal y diversas adicciones. Nacido en Nueva York, aunque uno podría imaginarlo perfectamente inglés, tuvo composiciones inolvidables como la de “Chaplin” o destacadas como la serie “Iron Man”. Se podrá cuestionar con razón su parecido, no sólo físico, con el detective Sherlock Holmes pero lo que no podrá ignorarse es el magnetismo que le otorga a su personaje. Lo acompaña eficientemente, como el Dr Watson, el muy “British” Jude Law a quien puede recordarse como Lord Alfred “Bosie” Douglas en “Wilde”. La buena biografía del famoso escritor inglés contaba además en su reparto (curiosidades del casting), con Stephen Fry como el autor de “El retrato de Dorian Gray”, aquí como Mycroft, el excéntrico hermano de Holmes. Una de las escenas más divertidas lo tiene desnudo al recibir en su castillo a la prometida de Watson. En este rol vuelve a aparecer Nelly Reilly (“, que ya tuvo mejores oportunidades de lucimiento (Las muñecas rusas”, “Orgullo y prejuicio”), siendo además los roles femeninos uno de los mayores déficits de la película que nos ocupa. En particular desilusiona y casi podríamos decir desentona la participación de la sueca Noomi Rapace (Lisbeth Salander en “Los hombres que no amaban a las mujeres”) y está poco aprovechada, a causa de su personaje, Rachel McAdams (“Medianoche en Paris”).

Para completar la descripción y de paso interiorizar a nuestros lectores sobre el argumento de la película es el turno de introducir a otro personaje esencial, de presencia casi insoslayable cuando de Sherlock Holmes se trata. Nos referimos al profesor Moriarty en estupenda caracterización de Jared Harris, otro inglés de célebre padre (Richard) ya desaparecido.
Justamente alrededor de Moriarty girará la historia sobre un proyecto de Alemania para la construcción secreta de armamento (corre 1891) que permita llevarla a tener hegemonía en Europa luego de desatar una Guerra Mundial. Este tema parece que obsesionaba a Conan Doyle pero Ritchie le agrega una trama que recuerda en más de un aspecto a los dos conflictos mundiales del siglo XX. El enfrentamiento del científico con Holmes y el inefable Watson, quien verá así frustrado su ansiado proyecto de luna de miel con su joven esposa, conforman el grueso de la historia que se dilata excesivamente al ocupar algo más de dos horas.
Objetable también es el abuso de recursos, que ya estaban en la película de 2009, tales como el uso de la cámara lenta y las imágenes anticipatorias de lo que la va a pasar, pergeñadas por la mente de Holmes. Ello sin embargo se compensa con el ya citado preciosismo de las imágenes y la adecuada música de Hans Zimmer.
“Sherlock Holmes, Juego de sombras” repetirá sin duda las buenas cifras de su predecesora y dejará satisfechos a quienes no sean excesivamente exigentes y se conformen con pasar un rato ameno en una buena sala refrigerada y con alta calidad de imágenes.