Luego del gran desafío que significó en el 2009 llevar al cine a Sherlock Holmes, no solo por el trabajo de adaptar a la pantalla grande al mítico personaje de Arthur Conan Doyle, sino por los notables y arriesgados cambios en la personalidad del protagonista, Guy Ritchie vuelve a brindar una buena propuesta de entretenimientos, con un lucimiento actoral destacable y un diseño de producción muy elaborado, pero que repite varias de las sorpresas introducidas en la primera cinta y se olvida un poco del misterio en el desarrollo de la historia.