Detective de armas tomar
Prototipo del investigador analítico, llega al cine una versión que muestra a un Holmes más violento que cerebral, según el director -y ex de Madonna- Guy Ritchie. Destacada labor de Robert Downey Jr. y también de Jude Law, como Watson.
Gran personaje Sherlock Holmes, al punto de haber estado en boca de nuestro ilustre Jorge Luis Borges: "Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una de las buenas costumbres que nos quedan. La muerte y la siesta son otras...".
Guy Ritchie, ex marido de Madonna e interesante director británico, le imprimió una ¿inesperada? vuelta de tuerca a Sherlock Holmes, el célebre personaje creado por el escritor Arthur Conan Doyle en 1887.
Famoso por sus deducciones, investigaciones y elucubraciones, Sherlock era todo cerebro, ¡qué eso de los roces físicos! Sin embargo, Ritchie, responsable de las vertiginosas "Snatch, cerdos y diamantes" y "Rock’nRolla", se arriesgó con un experimento que le salió bien, en términos de calidad y cantidad (entiéndase aquí el factor recaudatorio). Es que este moderno Sherlock Holmes, alejado del talante inglés, es un hombre torpe, sucio, inteligente -claro-, pero excesivamente rudo para quienes tenían otra concepción del héroe.
Los entrecanos recuerdan los "modelos" de Peter Cushing, Christopher Lee o Basil Rathbone -para muchos el mejor de todos-, que reflejaban a un dandy a quien jamás se le arrugaba la chaqueta ni se le movía el sombrero de cazador.
Interpretaban a detectives hábiles, de aguda observación e impecable razonamiento.
En la película que se estrena hoy, las peleas, piruetas y saltos ornamentales están a la orden del día, y el protagonista, llamativo por cierto, es Robert Downey Jr., quien resulta uno de los puntos altos de la tra ma , bien acompañado por el inglés Jude Law y la canadiense Rachel McAdams.
Segundo detrás de "Avatar" en los EE.UU., la modernosa versión fílmica aporta un golpe de energía a una trama ya cargada de acción y efectos especiales, a partir de las peleas que el trío central (Holmes, Watson e Irene Alder) mantiene con el villano de turno, Lord Blackwood -un cumplidor Mark Strong-, quien aporta algo del misterio "exigido". En medio del enigma hay sociedades secretas, magia negra y la presión de Scotland Yard.
"Holmes era un caballero, pero podía atrapar a alguien del pescuezo. Pensé que la historia había perdido esencia, por eso la cambié", explicó Guy Ritchie. Se podrá estar de acuerdo o no con el realizador, aunque difícilmente pierda esencia el personaje que más veces fue llevado a la pantalla grande: 75, según el libro de los Guinness.
Entre los riesgos que decidió correr el cineasta, está el de la audaz elección del indócil Downey Jr., quien por empezar es estadounidense -para un emblema inglés-, más bien petisón y no se parece nada a la descripción que Conan Doyle llevó a sus memorables páginas. Sin embargo, el actor que descolló en "Chaplin" demostró que con disciplina, trabajo y carisma se puede sacar adelante semejante cruzada, sin la necesidad de impostar un acento británico... que no le sale. Y en el rol del Dr. Watson, Ritchie no eligió al típico ladero regordete y despistado que a priori podría deducirse. Optó por el galán Jude Law, que compone a un pulcro, puntilloso y espigado doctor y mano derecha.
De manera subyacente, Ritchie plantea una serie de sutilezas que Conan Doyle también sugirió sobre la intimidad de su personaje: la misoginia y cierta marginalidad, su adicción a la cocaína y, de manera colateral, una apegada amistad con Watson. Además de dejar entreabierta la chance de una segunda parte.