Vi también Sherlock Holmes, contra la que tenía prejuicios por su director Guy Ritchie (Snatch y Juegos, trampas y dos armas humeantes). Y este asalto de Ritchie a una época pasada resultó ser mucho menos terrible de lo que temía. Tal vez sea porque las canchereadas visuales del director quedan morigeradas por la presencia de Robert Downey Jr., un actor de un magnetismo tal que puede atenuar la vacuidad estilística de Ritchie. La película no duele, aunque se olvida pronto, demasiado pronto.