Este es un nuevo caso para el personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle. Y quienes han leído algunos de los cuentos que relatan las peripecias de Sherlock Holmes notarán que este caso realmente alcanza la novedad. Esta vez el famoso detective no deberá debelar la identidad de un asesino o un ladrón, sino que tendrá que detener al líder de una secta satánica que amenaza con acabar con el mundo. Ante los realistas relatos de Conan Doyle se interpone éste, que roza la magia, lo esotérico, lo irreal.
Hasta que no vi el desenlace de este film, creí que ese era el principal elemento que desvirtúa las historias originales, tan exquisitas de Holmes. El hecho de que viéramos otra faceta del investigador, en donde se lo muestra como un valiente luchador de boxeo, gran conocedor del manejo de las armas, de figura atlética y ágil, no me parecía un error. Es más, para mí enriquece el personaje. Además, esos elementos no van en detrimento del énfasis que se hace en el film de su mente lógica al extremo.
Pero el final logra convencerme de que ésta es una gran película. Porque la realidad vuelve a empapar el misterio que éste detective debe resolver. Y la lógica, vuelve a ser el arma mejor usada por Sherlock Holmes.