Entre James Bond y Dr. House
Hacía mucho tiempo que no había una versión cinematográfica trascendente del clásico personaje de Sir Arthur Conan Doyle (tal vez el primer personaje popular en cosechar legiones de fans) por lo cual, solo por esa razón, esta película ya era bastante esperada por muchos (yo incluido). Pero a esto se le suma la personificación de Robert Downey Jr. como el detective, el enfoque más “pop” y bohemio que le dan al personaje (un poco más cercano a las historias originales, aunque no lo parezca) y la dirección de Guy Ritchie, un señor que comenzó una carrera súper prometedora que terminó en un constante reciclado de los mismos recursos que él puso de moda y que tantos otros replicaron (ya vamos a tratar este tema). ¿Es positiva esta nueva reversión del personaje, lejos del porte que le otorgaron actores como Basil Rathbone, Christopher Plummer o Michael Caine? ¿Está la historia a la altura de los cuentos de Doyle? ¿Logra Ritchie demostrar que puede dirigir una película distinta a lo que hace siempre? Veamos si podemos develar estas incógnitas.
El caso del personaje refritado
Sherlock Holmes (Robert Downey Jr.) se encuentra en un momento muy especial de su vida. Por un lado, ha logrado atrapar a Lord Blackwood (Marc Strong), un asesino místico a quien ha estado persiguiendo desde hace mucho tiempo. Por el otro, su compañero de aventuras y amigo, el Dr. Watson (Jude Law), está por mudarse con su prometida, dejando de lado la vida detectivesca. Los meses pasan y todo parece haber llegado a su fin cuando surge la noticia de que Lord Blackwood habría regresado a la vida, escapando de su tumba y continuando con su seguidilla de muertes. Esto llevará a Holmes a reabrir el caso, muy a pesar de Watson, a la vez que la entrometida Irene Adler (Rachel McAdams), la única persona que alguna vez lo derrotó, se mete en medio del asunto.
Como debe saber la mayoría (sino, para eso está la siguiente aclaración) este film no adapta ninguno de los cuentos o novelas de Conan Doyle, sino que se basa es una historia escrita por Lionel Wigram, que luego adaptó a un comic con dibujos de John Watkiss para poder vender mejor la idea. ¿Cuál es la base? Darle una vuelta de tuerca al personaje, llevándolo más hacia un lugar de héroe de aventuras, algo así como un “James Bond en 1891?, como el mismo Watkins comentara. En un principio la película iba a estar dirigida por Neil Marshall (el director de la grosísima “El Descenso”) pero terminó cayendo en las manos de Guy Ritchie (director de Snatch y el bodrio de Madonna “Swept Away”, aunque no lo crean) quien se manifestó fana del personaje desde su infancia. Sumando este director al cast antes mencionado, es evidente que la fórmula de darle una nueva onda al personaje no podía fallar. Y no falló.
Sherlock y Watson, hombres de acción
Sherlock y Watson, hombres de acción
Si bien la historia es bastante confusa por momentos, la película tiene un ritmo constante que, sumado a la carisma que aportan sus protagonistas, genera un espectáculo sumamente entretenido. Es muy interesante el hecho de que sumen características “místicas” en una película detectivesca (donde el análisis se encuentra por sobre todo) y es lo que termina encaminando el film por el buen rumbo. Justamente es cuando comienzan a aparecer todos los indicios sobrenaturales y los personajes tienen que enfrentarse a ellos que la historia se hace cada vez mas atrapante y divertida, y las dos horas de película se terminan pasando enseguida.
Marc Strong cada vez se afianza más como villano (también lo podemos ver haciéndole la contra a “La Joven Victoria”), y en esta ocasión presenta un contrapunto ideal para este Holmes un tanto desalineado. Súper medido, construye un personaje que se muestra constantemente bajo control y seguro de todos sus pasos (incluso le adelanta acontecimientos al detective) lo que refuerza aún más el contraste con el protagonista, que se maneja mucho con la improvisación del momento. Pero, a su vez, demuestra un gran nivel de planeamiento en cada uno de sus pasos, y es contra esto con lo que se enfrenta Holmes durante el film, la incertidumbre de encontrarse en una situación que, muy a pesar de él, desafía toda lógica.
Lord Blackwood le dice cosas chanchas a Holmes al oido.
Lord Blackwood le dice cosas chanchas a Holmes al oido.
Elemental, mi querido Watson
Esta frase, que se le ha atribuido al personaje en casi todas sus adaptaciones (sea cine, comics o libros) solo es proferida una vez en un cuento de Arthur Conan Doyle. De esta misma manera, jamás se hace referencia al piloto que siempre caracterizó al personaje, o a su gorro de cazador. Todos estos detalles, sumados a esa actitud pasiva y observadora, fueron aplicados a la construcción del personaje casi por tradición. Pero lo cierto es que, si prestamos atención a los cuentos, Sherlock es un individuo mucho más particular, suele tener una forma de tratar con la mayoría de la gente un tanto pedante y con tintes de superioridad, casi burlándose. Es decir, el personaje original es más parecido a un Dr. House (que a su vez está basado en el Sherlock de Conan Doyle, pero eso es otra historia) con una menor cuota de acidez, que a un gentleman inglés.
Nigel Bruce (Watson) y Basil Rathbone (Holmes) en "The Adventures of Sherlock Holmes", 1939 y Christopher Plummer (Holmes) y James Mason (Watson) en "Murder by Decree", 1979
Nigel Bruce (Watson) y Basil Rathbone (Holmes) en "The Adventures of Sherlock Holmes", 1939 y Christopher Plummer (Holmes) y James Mason (Watson) en "Murder by Decree", 1979
Tanto los guionistas como el director del film tomaron esto como premisa para darle este nuevo enfoque al detective aunque, obviamente, con una buena cuota de libertades (al igual que sus antecesores). En esta ocasión nos encontramos con un Sherlock sumamente bohemio y un tanto desquiciado, analítico hasta el último detalle, un tanto altanero y hasta apático. Su relación con Watson es genial y sumamente fiel a los cuentos, donde el médico es mucho más activo y partícipe en los acontecimientos, y no un mero observador o “sidekick” al estilo Robin. Uno de los elementos un tanto exagerados es la relación con Lestrade; mientras que en los cuentos se trataban mucho más cordialmente y con respeto (no se jodía con un oficial de la ley en el siglo XIX) acá vemos como Holmes lo vuelve loco y se burla de él constantemente.
A rasgos generales, la personificación de ambos protagonistas es sumamente positiva y le otorga una lavada de cara a un personaje con más de 100 años de historia, sin perder fidelidad al original. Es lógico que Holmes sea un tipo raro. Una persona que posee ese nivel de análisis no puede poseer un carácter y temperamento normales. El hecho de que en el film se haga mayor énfasis las investigaciones extrañas que se le ocurrían hacer al detective en los cuentos suma al momento de perfilar esta actitud un tanto desquiciada.
Soy macho y me la banco
Soy macho y me la banco
Pero es acá donde algo hace un poco de ruido: la actuación de Robert D. No me malinterpreten, la caracterización que realiza del personaje es genial, pero termina siendo muy “Robert Downey”. Voy a intentar explicarme un poco mejor: En los últimos años Downey ha interpretado varios papeles que se encuentran en una línea muy específica. Por ejemplo: James Barris en “A Scanner Darkly”, Tony Stark en “Iron Man” y Kirk Lazarus en “Tropic Thunder”, por nombrar algunos. Los tres tiene cuestiones de “sobreactuación”, son personajes un tanto exagerados, tienen una forma de ser excéntrica y un poco pedante, pero a la vez son encantadores y graciosos; esta misma descripción sirve para su personificación de Sherlock. Entonces, a lo largo de la película, no terminé de sentir que estaba viendo al detective, sino mas bien a Robert D. “actuando” al personaje, no llegué a terminar de creerlo como Holmes. Incluso por momentos parecía que estaba viendo a Chaplin otra vez. Esto no lo marco como algo negativo específicamente, porque su actuación no deja de ser excelente, sino mas bien como un comentario, que posiblemente le suceda a cualquiera que sea seguidor de este muchacho como actor.
Esto no sucede con Jude Law, cuya interpretación de Watson es impecable. Deja totalmente de lado sus morisquetas de “lady’s man” y logra construir un personaje sumamente atractivo e interesante. Por momentos dan ganas de que fuera el protagonista de la película. La relación que se da entre él y Holmes es sin duda uno de los puntos más interesantes de todo el film, donde se denota cierta tensión amor/odio entre los dos, creada básicamente porque ambos saben que dependen uno del otro y que no podrían estar separados. Esta relación, con sus diferencias y choques constantes, le da ciertos aires de “buddy movie” al film que la distingue muchísimo de sus antecesoras y, casi casi, garpa toda la película.
Guy Ritchie y Robert Downey Jr. como Chapl... digo, como Sherlock Holmes
Guy Ritchie y Robert Downey Jr. como Chapl... digo, como Sherlock Holmes
Juegos, Trampas y un detective demente
Guy Ritchie es un director que tiene una forma de filmar muy personal. Esto es lo que le valió distinguirse bastante en su momento con “Juegos, Trampas y dos Armas Humeantes”, donde incorpora diversos recursos para hacer distinto énfasis en determinadas secuencias de la historia. La utilización de la cámara lenta, el flash forward, la seguidilla de planos cortos, la cámara subjetiva; son todos recursos utilizados hasta el hartazgo, pero que en este film de Ritchie cobraban nuevo significado, ya que pasan a ser partícipes totales de la narración y de la historia, y no solamente trucos gratuitos. El hecho de contar con muchos personajes diversos, situaciones entrecruzadas e hilarantes y personajes con actitudes extremas, todo dentro de un ambiente de mafia y delincuencia llamó bastante la atención, aunque no tanto del público como de la crítica especializada.
La banda de "Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes", entre ellos un debutante Jason Statham
La banda de "Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes", entre ellos un debutante Jason Statham
Esto se confirmó completamente en “Snatch”, su film posterior, donde tener a Brad Pitt entre el cast le ayudó a lograr un renombre internacional bastante importante. Acá nuevamente despliega sus recursos visuales, sus situaciones extremas e hilarantes, sus personajes bizarros y los entrecruzamientos constantes, junto con un protagonista cuyo único error es haber estado en el lugar equivocado a la hora equivocada. De ahí, Ritchie saltó a la fama, a los brazos de Madonna (con quien estuvo casado varios años) y a “Swept Away”, uno de los más grandes bodrios que recuerdo, realizado íntegramente para su mujer, y que prácticamente le valió la sepultura de su carrera, hasta el punto en que Revolver, su film siguiente, pasó sin pena ni gloria.
Pero volvió otra vez a las andadas en el 2008 con Gerard Butler a la cabeza de “RocknRolla”, donde vuelve a sus raíces de matones, tiros, líos y cosha golda. Y otra vez la cámara lenta, y otra vez la seguidilla de planos cortos, y otra vez lo mismo de siempre. Más de lo mismo. Lo que ya vimos en su primer película, en Snatch y en Revolver. Dicen que un chiste, por más gracioso que sea, pierde la gracia cuando lo contás muchas veces. Y si, Ritchie ya había perdido la gracia.
Madonna en "Swept Away". Si vos estuvieras con ella, capaz que no le hacés la película...
Madonna en "Swept Away". Seamos sinceros: si hubieras estado con ella, también se lo habrías hecho...
¿Para qué hago toda esta extensa introducción? Para ponerlos un poco en contexto del lugar desde el que vi la película. Su primer film me voló la cabeza (luego de que un amigo me prestara un vhs medio clandestino), y Snatch me terminó de reventar lo poco que quedaba. Me parecía grandioso lo que el tipo había logrado visualmente, el ritmo que le daba a la película y como eso se condescendía perfectamente con una historia de gangsters de poca monta. Pero eso era en el año 2000. Casi 10 años más tarde, cientos de directores ya habían refritado esos mismos recursos que él ayudó a poner de moda, con el mismo tipo de historia y el mismo perfil de personajes. Y que apareciera con RocknRolla demostrando una evolución prácticamente nula y dependiendo otra vez de los mismos efectos fue una enorme decepción. Es por esto que (como ya lo mencioné varias veces desde la primera noticia que surgió sobre esta película) este film tiene como punto importante la dirección de Ritchie, y presentaba una buena oportunidad para que demostrara si verdaderamente es un buen director fuera de su formato habitual con gangsters, decenas de personajes entrecruzados y una historia difícil de entender.
Y el resultado es bastante positivo, la verdad. Su toque personal se encuentra todo a lo largo de la película, pero logra adaptarlo a la historia que tiene que contar y al contexto en el que se encuentra. La cámara lenta sigue estando, pero tiene lógica cuando se utiliza para mostrar la forma en que Holmes analiza en su cabeza los próximos pasos a seguir. También tenemos algunas secuencias con seguidilla de planos cortos, pero funcionan para que veamos los pasos que siguió el detective para llegar a sus conclusiones. Incluso su clásico estilo de ambientación, de baja gama de colores y bastante desaturado, queda impecable para retratar esta Inglaterra victoriana en plena industrialización.
Jude Law, Guy Ritchie y Robert Downey Jr. en medio del rodaje
Jude Law, Guy Ritchie y Robert Downey Jr. en medio del rodaje
¿Siguen estando sus recursos habituales? Si. ¿Están utilizados de manera arbitraria como la mayoría de las veces? No. Ritchie logra demostrar que entendió al personaje y la historia que había que contar, y pudo adaptar su sello personal de acuerdo al ritmo, intensidad y clima que requería el film, en lugar de hacerlo a la inversa, como en sus últimas películas. Esto deja vislumbrar un lindo futuro para el muchacho. Su anterior película era un callejón sin salida, pero el tipo supo encontrarle la vuelta y, en cierta forma, reinventarse un poco. Y eso está bueno.
Un buen comienzo
Como podrán imaginarse, apenas se estrenó el film ya se habló de la segunda parte, que cuenta con las bases ya establecidas al final de esta y que tendría a Moriarty como el villano principal. En un momento surgió el rumo de que Brad Pitt estaba muy interesado en el papel, pero se desmintió enseguida. Lo raro es que Moriarty aparece un par de veces a lo largo del film, entre las sombras, pero en los créditos no figura quien es el actor que lo encarna, y el director no lo quiso decir aún. Así que no sería raro encontrarnos con Brad a fin de cuentas en la secuela.
Por suerte, esta nueva adaptación de Sherlock Holmes es sin duda un gran punto de partida. El estilo particular de Ritchie aporta un alto grado de dinamismo, poco pensado hace un tiempo para una película de Sherlock, seguramente. Y, si bien la historia tiene sus puntos flojos y por momentos puede tornarse un tanto confusa y hacer que uno pierda el hilo del relato, la película es muy entretenida, y está excelentemente llevada adelante por sus dos protagonistas y por el director, que terminan contando una historia atrapante.
No le va a volar la cabeza a nadie, pero seguro les hace pasar un muy buen rato. Y eso no es poco.