Muchos de nosotros conocemos algo de la historia de Sherlock Holmes, o al menos hemos oído hablar de éste singular personaje creado por el escoses Arthur Conan Doyle (1859-1930), médico, jugador profesional de rugby, primer arquero en la historia del equipo de fútbol de Portsmouth, pueblo en el cual vivía el escritor. Holmes aparece por primera vez en 1887, como protagonista de ”Estudio en escarlata”, a la que sumaría otras 19 aventuras. Conan Doyle, además, escribió novelas de anticipación, históricas y obras históricas.
Quienes hayan leído alguno de los relatos, o vieron alguna de sus adaptaciones cinematográficas clásicas, particularmente las que tuvieron a Basil Rathbone o Crisrtopher Lee personificando al célebre detective. En este caso el proyecto no tomó como referente uno de los relatos originales, sino que los guionistas desarrollaron una historia alejada de aquellas, sólo inspirada en los personajes Holmes y Watson. A partir de ese libro cinematográfico Guy Ritchie encaró una realización estéticamente distinta de los emprendimiento que le antecedieron, lo cual era de esperar considerando los títulos que integran su filmografía, entre ellos “Snatch, cerdos y diamantes” (2000), “Revolver” (2009), Rockanrolla” (2009), y es lo que se puede apreciar tanto en el marco londinense, el perfil de los personajes, el ritmo narrativo y la violencia ajena al estilo británico, pero común a la industria hollywoodense.
Quienes conocen la obra de Ritchie sabían que no respetaría al pie de la letra la creación de Conan Doyle al trasladar sus personajes a la pantalla grande, sino que esperaban algo diferente, y es exactamente eso lo que se puede apreciar en esta apreciación cinematográfica de Sherlock Holmes.
La historia se desarrolla en un singular Londres de fines del siglo XIX, pero con características especiales que dificultan su contextualización histórica. En ese Londres subterráneo, en un extraño templo, se está llevando a cabo una ceremonia en la cual una mujer joven va a ser sacrificada conforme a un ritual pagano. La intervención oportuna de Holmes, y su entrañable amigo Watson, frustran la concreción del ritual presidido por el malvado Lord Blackwood, salvando la vida de la doncella., y. al igual que en los relatos de Conan Doyle, minutos después hace su aparición en escena el inspector Lestrade con sus hombres para efectuar el arresto. El perverso Lord es juzgado, condenado a muerte y ejecutado en la horca.
Tres meses después Holmes se encuentra recluido en su casa realizando experimentos, en tanto Watson prepara su mudanza como consecuencia de su próximo enlace con Mary Morstan, hecho que pone de mal humor al detective, quien trata de sabotear el proyecto de su amigo. En tanto se concreta la ejecución de Blackwood, quien antes del acto final pide ver a Holmes y anunciarle tres asesinatos más que nadie puede evitar y que él volverá de la muerte. Watson es convocado como médico para asistir a la ejecución y certificar a las autoridades el deceso del reo. Holmes no atiende a los anuncios de Blackwood. Tiempo después de su deceso la sombría personalidad del siniestro personaje se hace presente generando el miedo como forma de control de la sociedad londinense a sus ignotos propósitos.
Holmes recibe la visita de Irena Adler, una vieja amiga, mujer astuta y de dudosa reputación, para encargarle la búsqueda de Wine Reordon. En su investigación el detective descubre que su amiga trabaja para alguien más, desconociendo su identidad, asimismo que en la tumba de Blackwood en realidad se haya el cadáver de Reordon.
Un interrogante abre la parte final del relato: ¿la supuesta resurrección de Lord Blackwood tiene que ver con algo sobrenatural o puede ser explicado mediante un proceso de lógica?
Este nuevo caso de Holmes pergeñado por tres guionistas los personajes de Conan Doyle mantienen su relación con Scotlan Yard, el lugar de la acción, la época y sus costumbres, aunque sin respetarlos a pie juntillas. Incorpora música incidental del siglo XXI, arma de defensa eléctrica, practica de artes marciales chinas cuya introducción en Occidente data de la última década del siglo XIX. El perfil del protagonista es desprolijo, desaliñado, en su aseo personal, desordenado en su vida hogareña, incluso faltando a los modales de caballero británico, mientras presentan a un Watson como denotando capacidad deductiva y abductiva, rasgos ausentes en el original.
El resultado es un relato bien articulado, inspirado en Holmes-Watson, que se desarrolla con una visión modernista de Londres de fines del siglo XIX, carente del clásico espíritu británico e impregnado de la estética hollywoodense de la acción por la acción, animada por intérpretes que captaron el estilo de Ritchie.
En resumen, una producción entretenida que disfrutarán los seguidores de éste realizador... la duda está en como la recibirán los admiradores del Holmes tradicional.