Detectives siglo XIX para el siglo presente
La visión de Guy Ritchie es más atenta al original inglés que a lo que pide el Hollywood actual.
Por suerte no siempre las adaptaciones sólo adoptan el nombre, el oficio y la época del protagonista de un clásico, sea del género que sea, para convertirlo en un producto a la medida de Hollywood. Para este Sherlock Holmes todo sonaba raro cuando se anunció el rodaje. ¿Guy Ritchie dirigiendo lo que aparentaba un tanque hollywoodense? ¿Qué haría Robert Downey Jr. como el deductivo detective, a quien el imaginario colectivo imaginaba de capa y mordiendo una pipa?
El resultado nos trae que Ritchie es mucho más fiel al espíritu y a los relatos de Arthur Conan Doyle de lo que uno puede esperar de las adaptaciones de éxitos de otros medios. Imaginen a Michael Bay, el director de Transformers, o a John Turteltaub, si en este look revisionista a Holmes se lo muestra como un detective privado que apela a los puños y las artes marciales. No, mejor no imaginen nada, a ver si para la(s) secuela(s) los llaman.
Holmes y su compañero -de departamento en el 221 B de Baker Street- el Dr. Watson (Jude Law) están ante un caso increíble: Lord Blackwood (Mark Strong, también haciendo de malvado en La joven Victoria) ha resucitado luego de ser aprehendido por el dúo dinámico, y ahorcado por practicar magia negra.
Todo se le complica al intuitivo Holmes cuando es Irene Adler (Rachel McAdams), bandida pero de la que está en secreto enamorado, quien le trae un encargo que lo conectará con Blackwood.
Ritchie tiene una visión personal de Holmes con la que se puede acordar o no. Pero una vez que se acepta que Holmes se gana la vida resolviendo misterios tanto como ganando peleas de box -en las que Watson apuesta más de lo que debe si está a punto de casarse- y que aspira más de lo que debería, es más llevadero el trayecto.
Para introducirse en la mente y las elucubraciones de Holmes, el director de Snatch apela a la cámara lenta, cuando no a los flash- backs, y se permite bromas y peleas por aquí, y efectos especiales por allá. Pero -siempre- lo que prima en Sherlock Holmes es su capacidad para deducir. Allí los fans del personaje de Conan Doyle no encontrarán de qué quejarse.
En el enfoque de Ritchie no habría mejor opción que la de Downey Jr., que se reinventa cada tanto y que con Law hace una pareja -y aquí los fans elevarán con preocupación sus cejas- como lo que indica el término.
Divertida, Sherlock Holmes es un buen modelo a seguir, si no se quieren sólo tiros, explosiones y piñas sin ningún sentido.