Guy Ritchie es un experto en cine de acción, formado en el cine independiente de Londres, una escuela que le permitió, además de mantener la libertad creativa, forjar un estilo. Sus películas, desde “Juegos, trampas y dos armas humeantes” hasta “Rocknrolla”, reconocen como marca de fábrica el talento del realizador británico para poner en imágenes la violencia. Lo hace con naturalidad, pero también descarnadamente, su cine es cruel, salvaje, impiadoso, como la vida misma y eso, como le gusta decir a su maestro, Quentin Tarantino, lo hace genial.
“Sherlock Holmes”, la primera película que dirige por encargo para un gran estudio de Hollywood, tiene su sello. Es una película de época, con carruajes, miriñaque y galeras, y así todo el vértigo, la velocidad con que transcurren los hechos, no tiene nada que envidiarle a un Fórmula Uno. La fotografía, que combina en dosis exactas los decorados con el blue screen, sumado al montaje, que pasa del primer plano al plano secuencia de un golpe, le imprimen a la narración un ritmo que, enancado sobre el repiqueteo de los cascos sobre el empedrado, quita el aliento.
El célebre detective creado por Sir Arthur Conan Doyle es encarnado en la película por Robert Downey Jr., uno actor tan singular como el propio Ritchie. Su Sherlock Holmes es muy distinto a las versiones anteriores del personaje que dio el cine y la televisión. Es reflexivo, claro está, si no lo fuera no sería Sherlock Holmes, el pensamiento lógico es su principal arma para combatir el crimen, pero no es reposado. Piensa y actúa. No teme ensuciarse las manos. No manda a hacer el trabajo sucio a su socio, el Dr. Watson, lo hace el mismo. Como corresponde.
Este cambio, nada sutil, enciende un relato que, de por sí, crispasdo, casi nervioso. El misterio, obviamente, es el principal atractivo de la trama. Desde la primera escena se espera el final, el momento en que Holmes explique lo inexplicable. Sin embargo, la diversión está en el viaje no en el destino. La pareja que forman Downey Jr. y Jude Law, que encarna al Dr. Watson, se saca chispas, sobre todo cuando, como inevitablemente lo pide la historia, le dan descanso a la acción con repentinos toques de humor. Es una dupla que, si la franquicia tiene el éxito y la saga se prolonga, dará que hablar y mucho.
Tan bien se llevan en la pantalla Downey Jr. y Law que resulta inevitable preguntarse por qué no habían trabajado juntos antes. Y no sólo eso, “Sherlock Holmes”, revelará a los que no lo conocían de antes a un gran director de cine: Guy Ritchie y se preguntarán por qué no lo conocían más que como el ex marido de Madonna. Una injusticia.