Una joven lee, ensimismada, un libro en el tren, camino a casa. Vaya uno a saber qué extraños mecanismos se activan en ella, que cuando llega al hogar ve a su esposo y lo lleva hasta el baño para tener sexo.
El texto que leyó es La lotería, un relato corto de Shirley Jackson, la autora que interpretada por Elisabeth Moss (El cuento de la criada) se transformará en un personaje ambivalente, fascinante y frenético, casi como el sexo que tienen al comienzo Rose y Fred.
Shirley Jackson no llegó a los 50 años. Autora especializada en historias de terror, lo que cuenta la película de Josephine Decker es una ficción. En ella, Shirley y su esposo Stanley (Michael Stuhlbarg, un actor de amplio espectro, como que puede estar como secundario en Llámame por tu nombre o Doctor Strange) albergan en su hogar a Fred y a Rose.
Es que Stanley es profesor y toma como asistente a Fred (Logan Lerman, de Las ventajas de ser invisible y Hunters), quien ve en esto un probable trampolín para su carrera.
Pero siendo Shirley una película de relaciones, la que prima, además de la de cada pareja, es la que entablan la dueña de casa y Rose (la australiana Odessa Young, de la miniserie High Life).
Tras un período de repulsión de la primera hacia la segunda, todo cambia casi de repente. Shirley no quiere salir de la casa desde hace meses, lo que preocupa ciertamente a su esposo. Estamos en algún momento de los años '50, el papel de la mujer no es el de hoy, y gracias a su vinculación con Shirley, Rose experimentará ¿casi sin darse cuenta? un cambio drástico y esencial.
Y también lo tendrá Shirley, que está como varada para escribir su próximo relato, hasta que...
Climas y actuaciones
Película de actuación, pero también de climas, que puede desconcertar a más de un espectador, porque del drama salta al misterio y deja muchas preguntas de este otro lado de la pantalla.
No es Shirley una biografía, ni una biopic de Shirley Jackson, cuya novela más exitosa es La maldición de Hill House, que hasta tuvo una serie en Netflix. Como toda buena película, acepta acercamientos diversos. Se la puede ver como un drama, pero también analizarla desde cómo los personajes masculinos ejercen opresión más que comprensión sobre los femeninos.
O acaso Shirley no aguarda la mirada de su marido acerca de su nueva obra, ésa que tanto ha tardado en imaginar y plasmar en palabras, y la película de la directora de Madeline's Madeline -no estrenada en la Argentina- se preocupa más por evocar que por descubrir.