El primer largometraje del novel director Jeff Nichols es un cabal exponente de lo mejor del cine independiente estadounidense. Un prodigio de economía narrativa y solidez visual, que cuenta, con el paisaje de la localidad de Arkansas -pueblo natal del cineasta-, como fondo, una feroz contienda entre dos grupos de medio hermanos después de la muerte de su padre. Un ex alcohólico devenido cristiano al cual jamás se ve su aspecto, que abandonó una parte de su familia para dedicarse a la otra, generando rencores irreconciliables por un lado y custodias incondicionales por el otro. Shotgun Stories, tal el título original con que se da a conocer esta semana en el Arte Cinema, desglosa el despiadado legado de un hombre sin rostro y con ese mismo concepto elije no exponer situaciones de furia y venganza que se precipitan entre estas familias ligadas pero antagónicas. Nichols, con un criterio maduro y artístico, golpea al espectador con una violencia extrema pero sugerida, logrando que esos arrebatos sean aún más lacerantes. Las medidas y hondas interpretaciones de un elenco de jóvenes actores componiendo a personajes hoscos, taciturnos y resentidos redondean una propuesta amarga pero reconfortante por sus altos valores cinematográficos y su metáfora sobre la condición humana.