La misma sangre
Un relato parco y seco como la lenta y cansina vida en las afueras de la ciudad, nos relata Jeff Nichols en su debut cinematográfico con Shotgun Stories (2007). Una historia donde la venganza no traerá el alivio esperado.
Los hermanos Hayes fueron abandonados por su padre quien formó otra familia teniendo hijos varones de la misma edad que ellos. La relación entre los hijos de distintas mujeres, siempre fue tensa y proclive al conflicto. Pero no será hasta el funeral del hombre, que enemistará de por vida a ambos bandos.
Con un pulso descriptivo antes que narrativo, el director desliza su cámara por las relaciones entre hermanos. El punto de vista que elije para centrarnos en la trama, es el de Son Hayes (Michael Shannon) el mayor de los tres hermanos y quien dirige los destinos del resto como Wyatt Earp ante el encuentro en el O.K. corral de Tombstone.
El tema del film es la consecuencia de la violencia, entiéndase la violencia física pero también la violencia que puede ocasionar un abandono, la falta de cariño materno y la incomunicación. No por nada los nombres del grupo de hermanos protagonista es Son (hijo) Hayes, Boy (niño) Hayes y Kid (muchacho) Hayes. ¡Ni siquiera tienen nombres propios!
Jeff Nichols opta por el fuera de campo para retratar la violencia –nunca está en cuadro, siempre en off- centrándose en el antes y el después del hecho. Es decir, lo que produjo la violencia y sus dramáticas consecuencias. La familia, en este caso los grupos de hermanos, nunca pudieron rehacer sus vidas por la violencia ejercida por el padre, a quien nunca conocemos sino mediante los rostros de sus hijos.
En la primera escena vemos a Son Hayes en su habitación con su espalda llena de cicatrices, marcas que expresan las consecuencias de la violencia en su cuerpo. Violencia que recibió en su pasado y que llevará consigo el resto de su vida.
La película hace ese trabajo, no muestra el hecho sino las marcas que produjo, centrándose en ella y dejando lo violento fuera de campo. La violencia termina cobrando así mayor peso dramático en el film justamente por su ausencia. De esta forma, Jeff Nichols expone su discurso, diciendo más de lo que muestra y que, en este caso, es tan sórdido como eso que no llegamos a ver.