Hermanos en armas
El debut de Jeff Nichols aborda una tragedia entre hermanastros.
Lacónico, violento pero sin estridencias, contenido y formal, Shotgun Stories fluye en la pantalla como un thriller de ribetes dramáticos, con una tensión que se acrecienta minuto a minuto, pero sin recargar las tintas ni extralimitar las interpretaciones. Toda una extrañeza en esta época, por más que sea un filme del cine independiente estadounidense.
Ubicada en el campo, en el ambiente rural de Arkansas, los conflictos comienzan en un entierro, cuando Son, Kid y Boy asisten al funeral de quien fuera su padre, pero que los abandonó y formó otra familia con otra mujer, con la que tuvo cuatro hijos. Son (Michael Shannon) no hace más que echar leña al fuego -en verdad, escupe el ataúd-, poniendo en blanco sobre negro todo su rencor y odio, y de-satando una guerra entre hermanos de un mismo padre.
Jeff Nichols, que debutó en la realización con este filme a los 29 años, opta por sugerir más que mostrar. No sólo el desenlace de los encuentros a las piñas y a los golpes suelen estar en el espacio off, fuera de cámara, sino que también es más sutil que gráfico al desarrollar la trama.
El gran Michael Shannon (candidato al Oscar este año por su interpretación de John en Sólo un sueño, el esquizofrénico de Peligro en la intimidad) sorprende con un papel bastante diferente. Son es el mayor de sus hermanos, y se debate entre un difícil equilibrio, por su aficción al juego -del que se habla, pero nunca se muestra-, porque su mujer lo dejó y se llevó a su hijito y porque la inestabilidad emocional suele jugarle malas pasadas. Nichols sabe centrar la acción en lo que Son dice y hace, y en las omisiones del protagonista para acrecentar las diferencias con sus hermanos o hermanastros.
Uno puede adivinar abusos en sus infancias, y el tono de tragedia que sucede a la venganza se avizora en un destino inmediato, y difícil. La escalada de violencia, para la que ninguno de los involucrados está preparado, los pone de frente a la elección de sus destinos.
Y saber qué hacer ante una encrucijada y decidir por sí mismos es la ardua resolución que Shotgun Stories le dispara a su público. Porque hay dolores que ningún arma puede disparar.