Showroom

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Lo que mata es la humedad…

Mientras el dinero corre y las oportunidades se esfuman, el cansancio va corrompiendo las articulaciones e inmovilizando el cuerpo, creando un rictus antipático, rencoroso y competitivo. La vida se convierte así en una penuria. La última película del director Fernando Molnar, Showroom, coescrita junto a Sergio Bizzio y Lucía Puenzo, se adentra en el drama de un hombre de cuarenta y pico que debe mantener a su familia y soportar la carga de un trabajo hostil y competitivo como es el de vendedor.

Diego (Diego Peretti) es un coordinador de eventos despedido de la empresa en la que trabajaba. Debido a su ajustada economía y a las deudas contraídas con su tío y con el dueño del departamento que alquila, debe mudarse a la casa familiar en el delta de Tigre con su esposa y su hija adolescente. Ante la perspectiva sombría del desempleo y la incompatibilidad entre su edad, su rol de padre y su profesión, el tío de Diego le ofrece un trabajo de vendedor en un emprendimiento inmobiliario.

Showroom no solo descubre los mecanismos de la precarización laboral y la obsolescencia de los trabajadores en los rubros destinados a la juventud, sino que propone una crítica al modo de vida moderno a través de la comparación entre la existencia acelerada de la ciudad y una tranquilidad relajada y de características hippies en Tigre, tras la mudanza de la familia. La primera obra de ficción de Molnar, un conocido documentalista, logra exitosamente construir una comedia dramática cínica donde prima un humor agrio que da forma al drama laboral del protagonista. Las buenas actuaciones de Andrea Garrote y -especialmente- la comicidad de Roberto Catarineu acompañan la representación extenuada y afligida de Diego Peretti, cuya actuación sostiene toda la obra a través de su histriónica gestualidad en graves primeros planos.

Una muy buena labor de fotografía a cargo de Daniel Ortega, quien trabajó también en el mismo rubro para la gran ópera prima Pistas para Volver a Casa (Jazmin Stuart, 2014), corona esta película con un concepto claro y conciso que critica la forma en que deterioramos deliberadamente nuestra calidad de vida en cuevas de acero mal terminadas, en las que nos aislamos de nosotros mismos y del resto de los seres, cayendo en la trampa del seudo producto importado y de las falsas comodidades modernas cuales cadenas que traen más dolores de cabeza y problemas que soluciones y goce.