Más hechizado que nunca
En la cuarta y última película de la saga creada por Dreamworks y ahora en 3D, las cosas se dan vuelta por completo para el protagonista. Shrek conoció tiempos de gloria en el que todos le temían. Pero ahora, cambia pañales y casi no puede dormir por las ocupaciones cotidianas y el cuidado de sus tres hijos junto a Fiona.
En este cuarto eslabón, el ogro verde quiere volver a ser el de antes, pero le cuesta caro: es víctima de una maldición cuando decide firmar unos papeles al malvado Rumplestiltskin (cuyo rostro es diabólico cuando lo iluminan los relámpagos) y es transportado a una dimensión paralela donde nadie lo reconoce.
La película, lejos de alcanzar los niveles de las dos primeras, es superior a la tercera parte en cuanto al contenido y la animación: una verdadera catarata de gags bien resueltos (los kilos de más de El gato con botas; el rugido de Shrek en el cumpleaños o las continuas visitas de un tour por las tierras del ogro).
En la trama, la acción está impulsada por el villano y sus secuaces (las brujas), pero afloran los conflictos de pareja con Fiona, a través de un diálogo que bien podría haber salido de una comedia romántica para adultos.
Shrek para siempre resulta divertida para chicos y para público adulto; y es atravesada oportunamente por canciones de Enya y Los Carpenters, con hechizos que alteran el tiempo (referencia a Volver al futuro) y besos eternos que deben sellar el amor.
También tienen más desarrollo (y lucimiento) El Gato con botas (quien reaparecerá en su propia película); Pinocho con un Yepetto pintado de verde como el ogro del título y El flautista de Hamelin, seguido por su ejército de roedores. Quizás ya menos ocurrente resulta el burro.
Los mejores momentos los tienen las escenas en las que nadie registra al protagonista, ni el gato, ni Fiona y todo sucede como si ellos nunca se hubieran conocido en este "universo" virtual, en el que Rumplestiltskin es el rey, los ogros son perseguidos y donde Shrek tendrá que ingeniárselas para volver a la normalidad. Aunque sea, en cámara lenta...