Es extraño pero siempre me quedó la sensación que a Shrek le pegó mal el matrimonio.
La primera película fue uno de los grandes estrenos animados del 2001 que sorprendió por su irreverencia y la manera original en que se narraba un atípico cuento de hadas.
Cuando el ogro se casó y tuvo hijos sus historias de alguna manera perdieron cierto encanto y al sumarse más personajes en la saga las cosas no volvieron a ser las mismas.
Es evidente que algunos de los realizadores de este estreno habrá pensado lo mismo porque en esta entrega final de la serie la encaminaron por un rumbo totalmente diferente.
En consecuencia, la buena noticia es que Shrek para siempre es un film superior a la tercera parte y la clave de esto es que en esta historia el ogro vuelve a sus raíces.
Si bien la magia ya no es la misma la verdad que es una película divertida con la que se cierra de manera correcta esta saga.
La trama estuvo bien pensada.
Las relaciones entre los personajes principales ya venían gastadas después de tres películas y acá le dieron más frescura al desarrollar el 90 por ciento de la historia en un universo alternativo donde Shrek debe construir su relación con su esposa y sus amigos nuevamente ya que nadie lo conoce.
Es gracioso porque este tema que mencionaba al principio sobre la domesticación familiar del ogro es justamente el puntapié inicial del conflicto de esta cuarte parte.
Es claro que el clásico de Frank Capra, Que bello es vivir, tuvo una gran influencia en esta historia, donde el protagonista a lo largo de la aventura va descubriendo la manera que afecta su presencia a la vida de sus amigos y como las cosas serían distintas si nunca hubiera rescatado a la princesa Fiona.
El Gato con Botas una vez más es quien se roba los momentos más graciosos de esta película, que también hay que decirlo nunca llega a ser tan desopilante como las dos primeras.
Al ser desarrollada desde su origen en 3D, que por cierto estuvo muy bien aplicado, en Shrek para siempre hicieron más hincapié en las escenas de acción y los efectos especiales que los filmes previos.
Algo interesante para destacar es que Dreamworks delegó la dirección de este film en Mike Mitchell, quien no contaba con antecedentes en la animación.
Entre sus trabajos anteriores hizo Escuela de Superhéroes para Disney y la comedia de de Rob Schneider, Deuce Bigalow.
Lo cierto es que después de lo que fue la película anterior, que para algunos de nosotros, resultó una decepción, esta despedida del ogro superó las expectativas y merece ser disfrutada en el cine.