Que vivan felices para siempre, de una vez
Shrek ha conquistado una vida apacible y rutinaria con su familia. Fiona, sus trillizos, el gato y el burro habitan junto a él la casa del pantano donde lo vimos por primera vez, y todas las noches se reúnen a recordar las viejas aventuras que los llevaron hasta allí. Pero el incorregible ogro no es totalmente feliz. Extraña sus momentos de privacidad, el ocio de la no-paternidad, la falta de ataduras. Extraña el terror que inspiraba a la gente y no termina de habituarse a ser el personaje más popular de Muy, Muy Lejano y aledaños.
Entonces, aparece un siniestro personaje llamado Rumpelstinskin, experto en trocar vidas por beneficios mediante contratos tramposos. Alguna vez este duende estuvo a punto de hacerse del poder de Muy, Muy Lejano engañando a los padres de Fiona mediante un contrato para liberarla. Como Shrek se adelantó y llegó a salvarla primero, Rumpel se quedó sin el pan y sin la torta... y con un enorme odio hacia el ogro. Por eso, cuando lo ve discutir con Fiona entiende que la oportunidad le toca la puerta y no tardará en hacerse de su confianza, enredándolo en un contrato engañoso que cambiará drásticamente el pasado y el presente de todos sus seres queridos.
Parece increíble que haya pasado una década desde que este antihéroe verde y grotesco arrasó con las preferencias y simpatías de un público masivo. La irreverencia con que "Shrek" y su cohorte de personajes de fantasía se metieron con los clásicos cuentos de hadas para subvertirlos aparece hoy como un recuerdo muy, muy lejano.
El humor redundante, los chistes obvios y previsibles y la escasa tensión producida por la repetición de un argumento que fue mucho más eficaz en la segunda entrega (allí, donde habría que haber puesto el freno a tiempo) opacan el notable trabajo de animación que en esta ocasión consigue lucir mucho más que en "Shrek Tercero". El giro producido por el "qué hubiera pasado si..." está muy desaprovechado, justamente porque se pone el foco en las escenas morosas y redundantes cercanas a la tradición Disney y en los chistes viejos (sobre todo los concentrados en la verborragia de Burro) en lugar de aprovechar a construir una nueva historia, algo similar a lo conseguido en la primera parte.
Todo muy lindo, Shrek y allegados, gracias por la compañía, pero de verdad... ya es suficiente.