Intrusos: Hogar, dulce hogar.
Una mujer que vive sola debe defender su casa de unos cacos en busca de unos cuantos dólares. Lástima que la señorita esconde algo más que dinero en su casa.
Las películas sobre “home invasion” ya son un género en sí mismo con exponentes tan brutales como The Strangers (2008), You´re next (2011) o la reciente Don´t breathe (2016), de la cual Intruders se nutre y bastante. Es raro que las dos se haya estrenado el año pasado, pero a diferencia del opus de Fede Álvarez, el film del que hablaremos fue directo a video en el mundo, estrenándose en salas argentinas recién ahora.
Anna Rock está aislada del contacto humano en casi todos los sentidos, ella sufre de agorafobia paralizante y vive encerrada en una antigua mansión victoriana en las afueras de la ciudad, la gente en la vida de Anna se pueden contar con dos dedos: su hermano enfermo terminal, Conrad, y el conductor carismático Dan. Pero la casa de Anna está a punto de ser invadida por un trío de delincuentes de poca monta que buscan una misteriosa bolsa con dinero en la casa.
El director muestra, en el sufrimiento de la protagonista por su hermano enfermo y su posterior deceso, que hay algo más que un miedo a salir al exterior por parte de ella. Se nota que algo esconde. Esto lo podemos descubrir recién cuando los ladrones irrumpen en su casa y desatan una situación límite y destapan el trauma que conlleva Anna: el pasado familiar y la casa que insiste en no dejar son parte del mismo problema mental que termina desatando un juego del gato y el ratón invertido cuando ella logra usar ese trauma como arma contra los delincuentes e incluso la casa, con sus laberínticas y sorpresivas habitaciones en forma de arma castigadora.
Las actuaciones resultan correctas y el director realiza un buen manejo de la tensión, no muy deslumbrante, sobre todo en el segundo acto donde se devela el misterio y el film decae un poco en tensión y acción, aunque el final no deja de ser impactante aun si le falta un poco más de gore.