Intrusos

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Cacería entre cuatro paredes

Thriller de espacio delimitado con claridad: una casa aislada y, afortunadamente, grande. Habitantes: dos. Hermano enfermo moribundo y hermana (Anna) con agorafobia, por lo cual hace años que no sale del hogar. Hay un delivery boy (Rory Culkin) que viene todos los días a traer comida y que le cae bien a la chica. El moribundo sigue su camino. Poco después, irrumpen tres ladrones en el momento en que ellos suponen -erróneamente- que Anna tiene que estar en el entierro. Tensión, amenazas, persecuciones.

Esta ópera prima avanza con bastante aplomo narrativo, que se percibe mediante una bienvenida fluidez y no poca sequedad para resolver situaciones que en tantos otros thrillers de esta franja de producción suelen estirarse artificial y/o confusamente. Incluso la difícil misión de explicar con imágenes y sonidos el trauma de la protagonista ante el afuera se resuelve con sencillez, brevedad y contundencia. En algún momento del relato, parados en el giro argumental del sentido de la cacería y la persecución, incluso hasta podemos llegar a sentir que estamos disfrutando moderadamente -el uso básico de la música impide mayores ilusiones- de una versión modesta de un thriller setentoso mezclado con La habitación del pánico, de David Fincher. Sin embargo, al llegar al segmento final, el de la resolución, nuestras módicas expectativas se verán aún más limitadas debido a la molesta aparición del modelo explicativo del trauma y el psicodrama.