Intrusos

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

La ópera prima de Adam Schindler tiene como protagonista a una chica que sufre de agarofobia. Y encerrada en su casa, es asaltada por ladrones que sufren lo inimaginable. Nuestra calificación: Buena.

El año pasado se estrenó No respires (Fede Álvarez, 2016), en la que tres jóvenes entran en una casa a robar plata y descubren que su dueño es un veterano de guerra ciego y adiestrado en el manejo de las armas y las artes marciales. En la película del director uruguayo había una cuidada construcción de la atmósfera, los personajes estaban desarrollados con habilidad y el suspenso mantenía en vilo al público hasta el final.

Se podría que decir que Intrusos, ópera prima de Adam Schindler, es la versión femenina de aquella No respires, en la que en vez de un veterano de guerra ciego, es una muchacha con agorafobia la que se encarga de cuidar la casa y darles su merecido a los ladrones.

Anna se dedica a cuidar a su hermano mayor enfermo. Con las únicas personas que interactúa es con una amiga y con Dan (interpretado por Rory Cuilkin), un chico que le lleva la comida todos los días. Cuando su hermano fallece, Anna opta por quedarse en casa en vez de ir al velorio (debido a su incapacidad para salir). Es así que tres ladrones aprovechan el sepelio para ir a la casa a robar un bolso con mucha plata.

Lo que los tres ladrones no se esperan es que Anna esté en casa y que la propiedad, encima, esté diseñada especialmente para trampear intrusos. De a poco, el filme le va dando rienda suelta al suspenso y a las vueltas de tuerca. Adam Schindler va dosificando las sorpresas, con actuaciones que se desenvuelven con timing mientras avanza la trama.
Intrusos se convierte, por momentos, en un más que interesante thriller ultraviolento entre cuatro paredes, con giros novedosos y una atmósfera que transmite tensión, aunque no llega a ser tan cuidada como en No respires.

Después de la mitad de la película aparecen giros predecibles, recursos trillados y ciertos elementos que debilitan la verosimilitud. Y hacia el final, comete el peor de los pecados: la explicación psicológica que justifica todo.

El gran mérito de la película, sin embargo, es que su director logra captar el zeitgeist, el espíritu del tiempo que llamaban los alemanes, el clima cultural del momento.

Adam Schindler sabe que este es el tiempo de las mujeres, y que los hombres tienen que cuidarse.