Para llenar el vacío del terror en las pantallas de cine llega Intrusos de Adam Schindler, un atrasado estreno del 2015.
Intrusos sigue la historia de Anna, una mujer que sufre agorafobia, y no sale de su casa hace veinte años. Cuando tres ladrones irrumpen en su hogar, ella no podrá salir y ellos descubrirán que tampoco están tan a salvo.
De vez en cuando las distribuidoras estrenan una cinta de terror que combina dos factores infaltables: actores desconocidos y una trama atada con hilos. El argumento es que hay una gran demanda por parte de espectadores amantes del género en Argentina.
Intrusos es una mezcla entre La habitación del pánico y la saga de El Juego del Miedo pero no tiene ni la astucia de la primera, ni la tortura física o psicológica de la segunda.
Aunque la idea original del gato y el ratón, con el añadido de la enfermedad que padece, es interesante; el problema radica en el desarrollo.
Hay una incoherencia en la evolución de los ladrones que, a pesar de ser marcados estereotipos, realizan acciones ilógicas frente a su objetivo. Incluso el personaje de Anna tiene motivos cuestionables: teniendo en cuenta el trauma de su pasado, no se comprende el maltrato que les hace padecer a los ladrones.
En una semana con pocos estrenos, Intrusos ocupa un espacio que podría tener otra producción independiente del mismo género. Una idea que bien desarrollada podría haber construido otro film.