CUIDADO CON LA VíCTIMA
Las Home Invasion Movies son esas películas que tratan de la irrupción de uno o más extraños (por lo general delincuentes) en una casa, planteada esta como la caída del hogar en tanto último bastión de defensa y seguridad. Se puede acudir como ejemplos a films tan disimiles como Panic Room, La noche de la expiación o Funny Games. En ese espectro existen aquellas que subvierten la situación y que podríamos etiquetar de una manera muy coloquial y zumbona como “a los cacos les salió el tiro por la culata”. En esta vertiente, que también podría pensarse como una fantasía compensatoria ante la inseguridad, el peligro no viene de afuera (o no solamente) sino también y básicamente de adentro. Así, lo que sucede es que los invasores se llevan el chasco de encontrarse con alguien que es más peligroso que ellos. La versión risueña podría ser Mi pobre angelito, la que no lo es en absoluto sería la reciente No respires. Si las primeras se planteaban como la invasión del peligro del espacio público en la seguridad del espacio privado, ahora lo que tenemos es que el espacio seguro ya no existe. Intrusos pertenece claramente a este segundo subgrupo.
La protagonista es Anna (Beth Riesgraf), una joven que sufre de Agorafobia y que, después de perder a su hermano tras una larga enfermedad, se queda sola en una enorme casa de la que es incapaz de salir. Un trio de malvivientes se entera de que guarda una suma importante de dinero e irrumpe en el lugar. Anna deberá hacer frente a los intrusos con el agravante de que su fobia le impide escapar. Este elemento, que agrega un plus de indefensión, no es sin embargo el único problemita que Anna tiene, ni siquiera el más grave, y pronto los asaltantes se van a enterar de que la casa guarda unos cuantos secretos y que la involuntaria anfitriona esta menos indefensa y es más peligrosa de lo que parece.
El relato se sostiene en principio en la situación desesperada de su protagonista y luego pega el volantazo cuando el interés de dicha situación empieza a perderse. Ahí la trama se complejiza y se mantiene el suspenso incluso cuando se vuelve un poco más rebuscada de lo conveniente. Digamos, para hacer una analogía, que arranca como Panic Room y sigue como El juego del miedo. Pero hay que aclarar que por suerte nunca cae en las redes del Torture Porn aunque más de una vez amague con hacerlo.
La línea entre víctima y victimario se corre no una sino varias veces a lo largo del film, por lo que Anna puede ser ambas cosas alternativamente o al mismo tiempo. Esto también corre para los intrusos que, como es habitual en este tipo de películas, se dividen entre los malos en serio y los que están del lado equivocado por culpa de las circunstancias. Como para que nos preocupemos un poco más por estos últimos mientras que con respecto a los primeros no nos importe demasiado cuando los pasan a valores.
Se trata de una película concentrada, de pocos personajes y una sola locación. Sin embargo esta locación muta, se expande y se va transformando prácticamente en otro protagonista. La progresiva inmersión en los recovecos y secretos de la casa y la imposibilidad de salir hacen que el clima se vuelva asfixiante y claustrofóbico. Jugando todo el tiempo con estas dualidades adentro/afuera, victima/victimario, agorafobia/claustrofobia, Intrusos es una propuesta que intenta ser más rica y compleja de lo que a primera vista sugiere. A veces logra convencernos de ello y a veces se pierde en vueltas de tuerca y explicaciones que estancan la acción y restan eficacia. Aún así, y en parte debido a la performance de Beth Riesgraf, consigue mantener hasta el final el interés y hasta la empatía con su problemática protagonista.
INTRUSOS
Shut In / Intruders. Estados Unidos. 2015.
Dirección: Adam Schindler. Intérpretes: Beth Riesgraf, Rory Culkin, Jack Kesy, Joshua Mikel, Martin Starr, Timothy T. McKinney y Leticia Jimenez. Guión: David White, T.J. Cimfel. Fotografía: Eric Leach. Música: Frederik Wiedmann. Edición: Brian Netto, Adam Schindler. Duración: 90 minutos.