De una expresión que tan a menudo se utiliza para reflexionar sobre algunos hechos de la vida, el director y guionista Edoardo María Falcone pensó la historia de su ópera prima "Si Dios quiere" (Italia, 2015), una entretenida comedia de confusiones que se presenta como un fresco de la vida actual, en el que un cascarrabias cardiólogo debe enfrentar algunas situaciones inesperadas para poder seguir adelante con su vida en familia y también con los nuevos preceptos que asumirá desde una experiencia transformadora.
Ese profesional es Tomasso (Marco Giallini) un estructurado y testarudo doctor que vive con su mujer Carla (Laura Morante) y su hijo Andrea (Enrico Oetiker) y despotrica diariamente contra todos. Al lado de ellos, en otro departamento, se encuentra su hija Bianca (Ilaria Spada), una frívola joven que con su marido (Edoardo Pesce) no piensan en otra cosa más que en dinero y viajes exótico.
En tediosas reuniones y cenas nocturnas cada uno de ellos intentará actuar con el otro, pero el ostracismo en el que Tomasso impregna cada encuentro siempre terminará en alguna discusión por los temas menos trascendentales.
Pero un día esa rutina de trabajo en el hospital, renegar con los empleados y luego discutir hasta el hartazgo en su casa sin siquiera prestar atención a los demás, y a aquello que realmente les está pasando a cada uno, cambiará, porque Andrea (Oetiker), el menor de sus hijos tiene una revelación para hacerle.
A partir de allí la película, que se esfuerza por generar una narración dinámica y fluída, y lo logra, virará de una estructura simple hacia un lugar de búsqueda ontológica de referencias religiosas en las que quizás pueda encontrar una salida hacia la situación, sin dejar de lado la confusión como motor de esta comedia de enredos.
Si el hijo cree haber encontrado en un cura "moderno" y aggiornado a los tiempos de whatsapp y spotify, Tomasso intentará junto con una serie de aliados (entre los que se encuentra su cuñado) desenmascarar el verdadero sentido y fin de Don Pietro (Alessandro Gassman), a quien cree el culpable de la decisión de su hijo de hacerse cura.
Para lograr esto, deberá fingir una nueva identidad, sin saber que en realidad en ese acercamiento a la religión encontrará un nuevo sentido para su vida y así poder relacionarse con su familia desde un lugar diferente y mucho más afectivo y de acompañamiento.
"Si Dios quiere" es una agradable sorpresa en la cartelera, principalmente por el nivel de interpretación de sus protagonistas (Giliiani, Gassman, Morante, etc.) y por un guión que busca todo el tiempo encontrar la empatía hacia Tomasso, alguien que desde un primer acercamiento podría generar rechazo.
La habilidad además de Falcone, es la de poder aprovechar la clásica estructura de la comedia italiana y sumarle el slaptick y el punchline como hilo narrativo. En un momento de la película el protagonista dice luego de una operación exitosa que realiza "los milagros no existen, soy yo que lo he hecho bien", y luego del largo proceso de transformación termina dándose cuenta que nada de lo que hacía estaba bien y mucho menos su manera de relacionarse con el mundo. Entretenida y efectiva.