Por ese palpitar.
El último film del realizador Santiago Loza aborda los encuentros y desencuentros, las pérdidas y hallazgos, lo efímero y lo eterno de la vida, a través de una peculiar historia que funciona como un ensayo cinematográfico de ciertas cuestiones existencialistas -plasmadas en poesía en imágenes- que nos invitan a un recorrido por el deseo y el vacío. Si en Los Labios y La Paz el director abordaba historias y personajes que realizaban una búsqueda introspectiva por los laberintos del deseo, en este film este recorrido se hace más tangente por esa mezcla entre lo documental y ficcional que tiene el relato y los testimonios en primera persona de sus personajes, que hacen más visible ese dejo melancólico que caracteriza a las obras de Loza.
El escenario es una excusa, más allá del encanto que tiene toda ciudad francesa: cualquiera de estas vivencias pueden experimentarse en otra ciudad del mundo, pero también se replantea el tema de la lengua, la lengua materna, la aprendida, la deseada y la pensada. Esto es a través de un taller de actuación, donde los actores encarnan distintas contingencias que se dan en el tránsito urbano, ya sea como habitantes, inmigrantes o turistas.
En esta construcción de búsquedas subjetivas se logran escenas y diálogos muy logrados, como la secuencia de la joven que realiza una interpretación en medio de una plaza europea del clásico de Sandro Yo te amo, ante la mirada de unos cuantos transeúntes que seguramente desconocían la canción que sonaba en ese momento; o la de esa mujer que expresa con absoluta convicción que el chocolate es el mejor antidepresivo.
Partimos de la asociación libre que despierta el rostro de cada actor para encontrarnos con pequeñas historias que se cruzan y se distancian, sin importar la resolución de las mismas, así se van armando climas que devienen en un retrato poético de la condición humana. Un film interesante, riesgoso por lo diferente, que requiere la adaptación a una novedosa -pero no improvisada- forma de narrar. Algunas viñetas son más interesantes que otras, así en ocasiones se nos presenta algún tipo de desconcierto y extrañeza por no estar acostumbrados a esta modalidad de películas. Al igual que los personajes, nosotros también nos perdemos en el trayecto narrativo, no sabemos adónde va cada historia, cuál es el destino del film; pero después de todo, si estás perdido, no es grave…