Paréntesis poético
Si estoy perdido no es grave (2014) revela en el título todo su contenido. Es que la película, por momentos errática, oscila entre el francés y el castellano, entre la ficción y el documental, entre los interiores y el aire libre de la ciudad, entre Europa y el resto; y sin embargo, no es grave ni peligroso cinematográficamente hablando.
Sin demasiadas explicaciones ni sucesiones lógicas, en esta película-ensayo de Santiago Loza, cada escena es disfrutable por sí misma y dependerá de la paciencia, las expectativas y la sensibilidad del espectador hacerla amigable y placentera en su totalidad.
Según cuenta la leyenda, Si estoy perdido no es grave surge a partir de un workshop para actores de teatro a cargo del multifacético y entrañable director cordobés que, como en un experimento, decidió filmar parte de la experiencia y darle fomato cinematográfico.
Con actuaciones memorables y momentos de antología como los playbacks de “Por ese palpitar” del grandísimo Sandro y la escena de presentación, que entre poesía visual y una vueltita en canoa introduce el paréntesis lírico que es el mundo de la película; Si estoy perdido no es grave vaga por una innombrable ciudad europea mientras retrata disímiles situaciones cotidianas que se intercalan con apreciaciones del grupo sobre lo que reflejan los rostros de sus compañeros.
Un clima de quietud y una imagen en la que se cuelan entradas de luz y algo de misterio completan los elementos de este paréntesis poético-cinematográfico que invita a dejarse llevar, a mirar la pantalla pero también a mirarse a uno mismo.