Viviendo (y enloqueciendo) en cuerpo ajeno - Mitch (Ryan Reynolds) ya no es tan joven, pero insiste en vivir como un adolescente, tropezando en una carrera de actor que no despega nunca, sin responsabilidades ni horarios y disponible para cualquier diversión fácil que se le presente. Dave (Jason Bateman) es su antítesis: ha llegado a la madurez como un auténtico hombre de éxito. Es un abogado de carrera meteórica, padre de familia entusiasta y esposo amoroso de Jamie (Leslie Mann), sin tiempo casi para divertirse en su afán de progreso social y laboral. ¿Qué tienen en común estos dos tipos, aparte de una amistad de años? Nada, en absoluto. Pero se envidian en secreto. Y luego de una noche de borrachera, un deseo formulado de la manera correcta en el preciso momento y lugar, les da la posibilidad de cambiar de cuerpos por tiempo indeterminado... poniendo a prueba la fuerza de sus convicciones y el sustento de sus auténticos deseos.
La clásica comedia de enredos con cambio de cuerpos y roles está de regreso, esta vez con la dirección de David Dobkin (que sobresalió con "Los Rompebodas", una comedia simpática con algunos plus) y los mismos productores de las "¿Qué pasó ayer?". Esto podría hacer pensar que es posible revitalizar un género ya muy transitado en cine, pero si bien el resultado es favorable a rasgos generales, esa "refrescadita" esperada no es exactamente lo que sucede.
Lo cierto es que no hay muchas vueltas de tuerca que ofrecer al espectador en este tipo de películas. Si la eligió es porque la fórmula resulta. "Si fueras yo" no es la excepción; ofrece entretenimiento, agilidad y humor burdo, aunque el valor agregado a un guión previsible y soso lo dan los actores ofreciendo un plus de histrionismo bastante mesurado y que sirve para reforzar la veta "profunda" (léase la cuestión moralizante) de la trama. En ese sentido estricto, no defraudará a su público.
Nuestra calificación: Esta película justifica el 60% del valor de la entrada