Extirpando de raíz la idea originaria, la del famoso y bien ganado filme “El día de la marmota” (1993) de Harold Ramis, toda una metáfora sobre la vida anestesiada por la rutina ridícula, en el que un hombre se despierta todos los días el mismo día para trabajar en algo que no quiere sin arriesgarse a los cambios hasta que se hace experto en ese día, ¿Sólo en ese día?.
En esta nueva versión (ya hubo muchas), casi todas de regulares para malas, se centra en una adolescente signada por la fortuna.
Sam (Zoey Deutch) tiene una supuesta vida soñada. Vive en una ciudad donde la realidad del mundo ni la roza, dentro de una hermosa vivienda, junto a sus padres y su hermanita menor.
Su padre es el cómplice, su madre, como corresponde a la edad de ambas, el nudo de tirantez, su hermana menor es quien parece la molesta desde que nació.
Cursa el último año de la preparatoria y junto a sus amigas constituye el grupo de las populares de la escuela, hasta que un día despierta y todo es un “deja vu”, ya visto, ya vivido, el recuerdo de la jornada anterior en forma de repetición.
En este contexto es que el texto intenta dar cuenta de muchos temas, la amistad, el amor verdadero y ese que nos hace posar la mirada celosa de los/las demás, los proyectos individuales, la manipulación de los otros, el registro de otro, hasta llegar al tema que hace las veces de catalizador, “El bullyng” tan cotidiano como vergonzante.
Lo medianamente interesante es que el punto de vista elegido no está ni desde la víctima ni desde el acosador, sino que lo instala en Sam, que no participa, sólo deja hacer como espectadora de los hechos, ¿Culpable por omisión? Pero esto sólo aparece muy tarde en el desarrollo.
Antes la heroína deberá ir “arreglando” los yerros que se van acumulando desde que despierta hasta que termina. Los extremos son siempre los mismos.
El filme termina por ser una mezcla de la anteriormente citada con “Chicas pesadas” (2004), planteando una reflexión sobre nuestros actos sin desarrollarlos demasiados.
No busquen demasiadas bondades, el problema principal es la previsibilidad de todas y cada una de las acciones, anticipadas en el inicio por una voz en off. La de la protagonista. No aburre en demasía, pero al terminar es insulso, nada impacta.
El título original “Before I Falll” se podría traducir como “Antes que caiga”, lo que podría darle otro punto de partida al análisis. Ni mejor, ni peor. Otro
Da lo mismo verla que no. No cuestiona, no es conmovedora, emoción cero, no deja pensando, sólo una cuestión interrogativa. Si estos son los adolescentes medios yankees, ¿cómo puede ser que sus adultos dominen el mundo?