Una historia de superación con moraleja, para tratar el tema del bullying, desarrolla el drama adolescente Si no despierto.
Si no despierto es la adaptación del bestseller para jóvenes Before I fall (Lauren Oliver) centrada en un día en la vida de Sam (Zoey Deutch), la perfecta chica popular del colegio. Ella, todas las mañanas, repite la rutina de ir a la escuela con el cuarteto de amigas del que forma parte. Todas son algo zorras, con mayor o menor escala de experiencia sexual y alto grado de voluntad para acosar a compañeros de clase a los que tildan de raros y perdedores. El bullying está a la orden del día como canal para liberar frustraciones y miedos, acechando al que se sale de la norma.
Pero en la noche del 12 de febrero la vida de Sam cambia o, mejor dicho, se repite. Luego de una violenta fiesta con un incidente de acoso a una chica diferente al resto de la manada, la bella protagonista se accidenta con sus amigas y despertará una y otra vez en el mismo día.
La referencia inevitable es Hechizo del tiempo (1993) de Harold Ramis, con el loop temporal que repite un día en forma infinita. La premisa de Si no despierto es casi igual a las etapas del modelo de Kübler-Ross: negación, ira, negociación, depresión, aceptación. Todo en un cuento para adolescentes con moraleja moral.
No está mal que, en medio del auge de la problemática de acoso escolar, en la industria audiovisual estadounidense con series como 13 Reasons Why, hasta parte de lo visto en Big Little Lies (dos de los últimos productos que han tenido mayor aceptación), se machaque en mostrar este tema para ponerlo como centro de debate. Y Si no despierto lo hace con dignidad y fluidez.
Aunque sea ineludible cierta esquematización y obviedades explícitas: como la mención, en la clase del día en la escuela, de la figura de Sísifo, aquel rey que en la mitología griega tenía como castigo llevar una gran piedra hacia la cima de una montaña y antes de llegar a la parte más alta la roca volvía a caer. Así el escarmiento es repetir la acción una y otra vez hasta el hartazgo, para aprender.
Y es esa cinta de Moebius en la que se ha transformado ese día (el 12 de febrero), en el que Sam vuelve a despertar una y otra vez, lo que permitirá ahondar en el comportamiento de los que la rodean y en el suyo mismo. Así, atrapada en la repetición temporal, aprenderá sobre ella y sobre las motivaciones y conductas de su círculo de amigos, derrumbando el entramado de la crueldad del acoso escolar. Se sabe que las cosas se ven distintas cambiando de perspectiva.
La directora Ry Russo-Young y la guionista Maria Maggenti edifican con prolijidad una fábula de superación adolescente que evita caer en la crueldad excesiva, aunque bordea el edulcoramiento de superar la muerte, transita algunos clichés pero pone en debate, casi desde la perspectiva del público al que va dirigido, el candente tema del bullying con bastante aplomo.