Secuela del éxito de 2015, "Sicario: Día del soldado", de Stefano Sollima, es una continuación bastante más estándar que su original. En 2015, el hoy consagrado canadiense Denis Villeneuve realizaba su film más prototípico luego de un primer asomo a un “Hollywood” más independiente con "El hombre duplicado" y "La sospecha". "Sicario" fue el primer film que lo llevó a Villeneuve como carta para vender un film.
Resultado, un éxito en la taquilla, el film más impersonal, tradicional, y por lo tanto plano, de un director que sabe maravillar desde diferentes rubros. Taquilla manda y su secuela fue anunciada casi de inmediato, aunque con un dato, Villeneuve dio el portazo y se fue a dirigir cosas como "Blade Runner 2049".
En su lugar, quien ocupa la silla de director, es otro que necesita carta de presentación en Hollywood, el italiano Stefano Sollima, conocido por Suburra y la serie de televisión que adaptó el éxito de ese país "Gomorra".
En primera instancia, Sollima pareciera ser un director más acorde en su estilo para llevar a cabo esta historia de policías de fronteras, y bandos manchados de un lado y del otro. También es cierto que, aunque "Sicario" había sido el film “menos artístico” de Villeneuve, no dejaba de tener a un director que sabe diferenciarse de la media, y colaba varias escenas con una puesta notoria.
Algo similar a lo que sucedió con "Traffic" de Steven Sodherberg o "Fuego contra fuego" de Michael Man. Sollima no corre riesgos, y" Sicario: Día del soldado" es lo que podía suponerse, un film de estudio, que da toda la impresión de ser pensado por productores, intentando repetir el éxito anterior en base a fórmulas aplicadas. Palabras más, palabras menos, en Sollima encontraron un piloto automático.
Casi como la diferencia entre Villeneuve y, por decir alguien con experiencia en moldes, Antoine Fuquá. En realidad, "Sicario" trascendió no tanto por Villeneuve, como por dar a conocer a su guionista, nominado a varios premios, el celebrado Taylor Sheridan, que luego brillaría en "Sin nada que perder" y "Viento salvaje" (en la que también se animó a la dirección triunfando). "Sicario" fue el primer guion de Sheridan. Algunos alabaron su nervio, su capacidad para crear personajes ambiguos, y la no complacencia en evitarle a los protagonistas momentos escabrosos o dudosos.
Otros, posamos la mirada en ver cómo se seguía una gastada fórmula de historia de narcos, con lugares comunes del “mundo latino”, y hasta alguna incapacidad para hacer trascender una historia más allá de la rutina. Aguas divididas.
"Sicario: Día del soldado" repite a Sheridan, y las aguas vuelven a dividirse. Por un lado, estamos frente a un film algo más enérgico, con más acción, y menos pretencioso sobre el qué contar.
Por otro, vuelve sobre sus personajes creados, le falta uno que antes fue su pilar fundamental, sobreabunda aún más en lugares comunes; y algo que antes había sorteado bastante bien, presenta conceptos frontera afuera de Estados Unidos bastante cuestionables.
"Sicario" contaba con tres personajes centrales, Alejandro Gillick (Benicio del Toro) un policía de frontera infiltrado; el agente de la CIA Matt Graver (Josh Brolin), y la novata Kate Macer (Emiy Blunt) como el balance ante dos personajes con costados oscuros. "Sicario: Día del soldado" dice adiós a Kate Macer, y no sólo se pierde del mejor personaje y a la mejor actriz de aquella película, pierde esa mirada observadora de la corrupción, ahora ya no queda nadie que (nos) guarde esperanzas.
Matt Graver cobra mayor peso en esta oportunidad. La guerra por el control del narcotráfico en México continúa, y ahora se le suma un mayor énfasis en el traspaso ilegal de ciudadanos por la frontera.
Una cuestión muy actual en épocas de Trump y muros racistas. Graver y Gillick vuelven a unir fuerzas con este fin, y de una queda claro que llevarán a cabo una operación por fuera de la ley. El plan es secuestrar a Isabella Reyes (Isabela Moner), hija de un capo de la droga, y así provocar una guerra interna.
Es que esta vez, "Sicario: Día del soldado" va por más, y mezcla a narcotraficantes unidos con terroristas, yihadistas.
Como para matar dos pájaros de un tiro y plantear quienes son los enemigos (los que residen del otro lado de la frontera y presentan una amenaza). El plan se complica y es ahí donde se desarrollará la acción del film, y su veta más convencional.
La música compuesta por Hildur Guðnadóttir, y la fotografía de Dariusz Wolski son un punto fuerte del film; aunque difícilmente superen a Jóhan Johannsson y Roger Deakins del film anterior. Josh Brolin está en su año, su personaje cambió respecto al anterior film, y es diferente a lo que compuso en los films de superhéroes "Avengers: Infinity War" y "Deadpool 2"; su ventaja por sobre un Benicio del Toro que se repite una y otra vez, es notoria. El resto del elenco cae en el cliché.
"Sicario: Día del soldado" presenta varias cuestiones que no estaban en el primer film.
Quizás por eso, pueda decepcionar a quienes adoraron al primer film, y convenza más a quienes le habían notado algunas fisuras. Tiene más ritmo, más acción; pero es más repetitiva, falta de inventiva, y concede a muchísimos lugares comunes y bajadas de línea.