La frontera entre México y Estados unidos es el territorio de esta secuela, de nuevo escrita por Taylor Sheridan. El italiano Stefano Sollima (de la serie Gomorra) reemplazó a Denis Villeneuve como director. Sin Emily Blunt, reencuentra al militar de métodos poco ortodoxos Matt Graver (Josh Brolin) con el ex abogado killer Alejandro (Benicio del Toro). Una trama de violencia que cruza el tráfico de personas con los carteles, infiltrados por el gobierno estadounidense para provocar una guerra interna, a partir del secuestro de la hija adolescente de uno de sus líderes. Y una trama que funciona mejor en algunas partes que en otras, armada con personajes sin escrúpulos, con la injusticia social como marco teórico y la guerra sucia como única realidad. La violencia no da respiro, ni siquiera en una escena en una escuela de niñas, y tampoco queda mucho espacio para la emoción genuina. Lo más interesante está, probablemente, en su logrado clima de western fronterizo, que parece tan del gusto del talentoso Sheridan (Hell or high water, Wind River) mirado ya sin esa estilización onírica del film anterior.