Fronteras borrosas en un estupendo filme de acción
La escena inicial es magistral: tras una explosión, la comitiva anti narcos visita la ciudad de Juárez. Hay gente del FBI, de la Cia, de la DEA y hasta un ex fiscal colombiano. Esa secuencia es una obra maestra en miniatura: tensión, clima, miradas, violencia solapada, estudio de los personajes y desde las ventanillas, la ciudad, su gente, sus casas y su geografía. Y aunque el resto del film no mantiene ese nivel (imposible de sostener) estamos ante un thriller impecable y robusto que no descuida un detalle, que tiene personajes ricos y oscuros y que se mueve a sus anchas en una historia que transmite desde su textura la ambigüedad, las dudas y la confusión del ambiente retratado. Un reencuentro con el buen cine que se disfruta de punta a punta.
Kate (Emily Blunt) es una agente del FBI que trabaja en antisecuestros. Después de un atentado, se une a un equipo que anda tras terroristas y carteles en la frontera entre México y Estados Unidos. Se desplazan por un terreno incierto, tan resbaladizo como sus métodos. “¿Qué estoy haciendo aquí?” se pregunta, rodeada de tipos raros. De a poco se irá enterando que la calle tiene otras leyes, que su mundo ético choca una y otra vez contra los métodos de dos personajes que andan en los bordes: uno de ellos (estupendo Benicio del Toro) detrás de una venganza personal, y el otro, un tipo al servicio de raros designios. En esa frontera física y moral, las almas atraviesan cualquier límite. Los roles se confunden, la metodología se contagia, la droga revuelve todo.
Un film potente, sutil, intenso, creíble que tiene un clima visual incomparable, que no descuida un rostro, que elige siempre el encuadre más expresivo, que no da respiro. Una historia densa y sangrienta sobre lo que cuesta cruzar las fronteras, las geográficas y las otras.