Hollywood tiene su historia con México, los carteles y los narcotraficantes. La frontera es un nido de violencia e ilegalidad y muchas películas han reflejado ese submundo de la cultura del lugar. Sicario se suma a esa lista, pero con una visión visceral de la realidad y hurgando más profundamente en las políticas, el accionar policial en esa zona y, especialmente, la moralidad de quienes participan.
Kate Macer (Emily Blunt, en una actuación memorable) es una agente del FBI que trabaja siguiendo las reglas y que sabe cumplir con su deber. Matt Graver (Josh Brolin), un canchero agente del Departamento de Defensa, la convoca para ser parte de un grupo de elite que busca luchar contra el narcotráfico desde adentro y hacer un cambio significativo en la guerra de las drogas. Junto a este grupo también se encuentra Alejandro (Benicio Del Toro), una misteriosa figura de quien en un principio no sabemos mucho y a quien Kate interroga para saber por qué razón específica está ella ahí. Afortunadamente, el foco de la película se mantiene entre estos personajes, sin desviar nuestra atención con discusiones entre cadenas de mando, generales, directivos y todo eso como ya hemos visto muchas veces. En cambio, Sicario nos mete de lleno en el accionar de este grupo, rastreando personas y buscando información que los acerque un poco más a los “capos” narco, dejando en el camino serias interrogantes que nos hacen cuestionar sobre lo que está bien y lo que está mal. ¿El fin justifica los medios?
El canadiense Denis Villeneuve es un director que concentra todo su poder narrativo en los personajes, los lugares y algunos detalles visuales. No necesita mucho más que eso para ser efectivo a la hora de contar lo que está sucediendo. Por ejemplo, apenas un tenso recorrido en la entrada a Juárez-México (sin música alguna ni ninguna edición extraña a lo ‘Tony Scott’) basta para sentir que estamos en un lugar complicado, donde las expresiones de los personajes nos hacen entender qué es lo que les está pasando por la cabeza: desde la seguridad experimentada de Del Toro hasta la incomodidad de Blunt y el aire de tensión que prevalece durante toda la escena. Acá es donde es indispensable el excelentísimo director de fotografía Roger Deakins, que hace que cada frame se vea perfecto. Deakins ya trabajó con el director en Prisoners (y volverá a hacerlo cuando se dispongan a filmar la secuela de Blade Runner) y ayuda a resaltar la importancia y el cuidado que Villeneuve tiene en cada toma y lo que quiere transmitir.
Sicario no deja de ser un thriller de primera categoría, pero disminuye y pone a un lado la acción bombástica para concentrarse en el suspenso que antecede al climax. Desde las tenebrosas primeras escenas donde empezamos a percibir que algo no anda del todo bien, hasta una inquietante y sorpresiva redada en una autopista congestionada de autos, hay una sensación constante de que algo va a ocurrir en cualquier segundo. Ahí es cuando los momentos donde todo “explota” pisan fuerte y son verdaderos momentos de tensión.
Dijo el director: “La cinta plantea preguntas sobre la forma de los estadounidenses para solucionar sus problemas, muchas veces al margen de la ley”.
En este punto es donde el personaje de Emily Blunt se encuentra encerrada, entre su motivación para hacer el bien y hacer justicia de la forma correcta, establecida por la ley, y las nuevas realidades que descubre en la nueva tarea que le fue asignada, donde no todo es blanco o negro. Blunt hace un trabajo envidiable manifestando las diferentes facetas que transita su personaje, mostrando que es una mujer valiente, con sus ideales como parte primordial de su personalidad, pero que también puede quebrarse cuando la situación en la que está es más fuerte que ella. Podemos ver y sentir en sus ojos la impotencia en ciertos momentos y ahí es cuando la película mejor comunica la problemática central que explica el director.
Benicio del Toro, por otro lado, es todo un duro. No se sabe muy bien su historia y parece alguien que logra lo que se propone, a toda costa. Sus cruces con Emily Blunt y las situaciones que llevan a la revelación de su pasado son algunas de las mejores escenas de Sicario.
Ciertas complicaciones de la trama promediando la película pueden resultar un poco difíciles de seguir, pero una vez que termina y las piezas caen en su lugar, todo se empieza a aclarar. Lo que hace que Sicario sea sumamente efectiva es que da la sensación de que todo lo que cuenta y muestra puede suceder en la vida real. No se siente que estamos viendo ficción, sino una muestra detallada de lo que pasa en la realidad como consecuencia del avance del narcotráfico, especialmente en esa frontera (aunque no hace falta ir tan lejos para sentirnos un poco identificados).
Impredecible, fuerte y por momentos oscura, Sicario es un muy buen thriller dramático que trata temas difíciles y bien actuales, revelando verdades incómodas del mundo real en el que diferentes posiciones reaccionan frente a la violencia y el complejo sistema criminal en el que vivimos.