Esta producción se basa en una historia real ocurrida en Japón en la década del 20 del siglo pasado, sobre un perro de raza akita llamado Hachiko y su relación con un profesor universitario, trasladando el relato a los comienzos del siglo XXI ambientándo en los Estados Unidos.
Comienza en una localidad del Japón desde donde se despacha en una jaula a un cachorro akita con destino a los Estados Unidos. Todo se desarrolla normalmente hasta la jaula llega a la estación ferroviaria de un pueblo en la nación del Norte. Al ser traslada se despende en el hall, al caer se abre y el pequeño queda liberado y comienza a rondar el amplio espacio del recinto. Entre los pasajeros que arriban a ese destino se encuentra Parker (Richard Gere), un profesor de música en su diario viaje para cumplir con su trabajo docente en la ciudad. Dirigiéndose hacia la salida descubre al cachorro perdido. Es viernes, el jefe de la estación manifiesta no poder hacerse cargo, sugiere al profesor que lo conserve hasta el lunes y si nadie lo reclama lo entregue a la perrera. Parker trata de alejarlo, pero el animalito ya lo ha adoptado. Ante esta situación se apiada y lo lleva a su casa con la esperanza que alguien lo reclame. Al llegar Cate, su esposa (Joan Allen), no ve con buenos ojos la decisión, aunque a los hijos les cae simpático, pero finalmente accede con el compromiso que el lunes sea restituido a su ignoto dueño. Nadie lo reclama, la perrera lo tendía unos días para luego sacrificarlo. Ante esa perspectiva Parker logra el consenso de Cate, cuando ésta observa la fuerte relación que se establece, y la felicidad de los chicos, para finalmente Hachiko ser incorporado a la familia.
Todos los días, cachorro primero y luego ya adulto, lo acompaña por la mañana a la estación, y a las cinco de la tarde aguarda su regreso Esta rutina sigue su curso uniéndolos emocionalmente, hasta que un día el profesor no retorna debido a un infarto mientras dicta una de sus clases a cuya consecuencia muere. Durante la próxima década, hasta su muerte, la lealtad de Hachiko se manifiesta esperando a Parker todas las tardes a la misma hora, ocupando el mismo lugar a la intemperie frente a la estación, desafiando lluvias, vientos, calores y nevadas.
Parker y Hachiko resultan ser dos personajes entrañables, cuyo amor y lealtad conmueve en términos generales, pero muy particularmente a quienes en algún momento de sus vidas tuvieron una conexión similar con algún cachorro. Ante este caso no extraña cuando alguien nos cuenta que un perro a la muerte de la persona con la cual convivía se dejó morir sobre su tumba
La historia tiene buen desarrollo en un guión debidamente articulado, realizado con delicadeza y ternura por Lasse Hallström, sensaciones que supo materializar dirigiendo un elenco que aportan sensibilidad a los personajes con Richard Gere, los animales que cubrieron las distintas etapas de vida de Hachiko, y Joan Allen en primer plano, secundados por quienes encarnan al amigo nipón, el jefe de la estación o el vendedor de panchos.
En suma, se tarta de una realización conmovedora sobre la amistad y la lealtad que a más de un adulto hará empañar sus ojos, y a los chicos quizá comprender y valorar a su mascota, cualquiera que ella sea.
Cabe acotar que Hachiko para Tokio es uno de los héroes japoneses. Ha sido objeto de cuentos infantiles. Le han levantadas tres estatuas de bronce en tres lugares distintos de Japón, que tienen a su vez una historia, que constituían uno de los puntos de encuentro más famosos del país. En la actualidad queda una frente a la estación ferroviaria, en el mismo lugar donde esperaba a su amo.